Page 136 - Secundaria - Comprometid@s con la Historia de México - 3er Grado
P. 136

                                       Figura 3.19
En ese tiempo, el gobernante de Francia era Napoleón III (1808-1873), sobrino de Napoleón Bonaparte, quien, al igual que su tío, deseaba hacer de Francia un gran imperio. Para llevar a cabo sus planes, pensó en México, que le daría gran riqueza en minerales y materias primas. Se le ocurrió que el desorden que imperaba en nuestro país y la suspensión de pagos le proporcionaban una exce- lente oportunidad que no podía desaprovechar. Además, su presen- cia en México le daría una gran ventaja: frenar el expansionismo estadounidense. Las potencias europeas veían con muy malos ojos la fuerza que iba adquiriendo Estados Unidos; lo consideraban una amenaza.
Por eso Napoleón III recibió a un grupo de conservadores mo- narquistas mexicanos que viajaban por Europa buscando para nues- tro país un rey que pusiera orden. Esos mexicanos y Napoleón III pusieron los ojos en Fernando Maximiliano de Habsburgo ¿Te gus- taría saber por qué pensaron precisamente en él?
Fernando Maximiliano de Habsburgo (1832-1867) tuvo la mala suerte de nacer dos años después que su hermano Francisco José, el primogénito de la familia. Por eso le tocó gobernar el pequeño rei- no Lombardo-Véneto, al norte de Italia, mientras que a su hermano le tocó ser el emperador de Austria-Hungría. A Maximiliano y al
Observa las tarjetas de presentación de los emperadores. Ese tipo de tarjetas era
muy común en la época debido al boom de la fotografía.
         emperador los separaban sus ideas políticas: el emperador era absolutista y Maximiliano liberal. Además fíjate que Maximiliano y su esposa, Carlota Amalia, tenían problemas con la corte austriaca y deseaban salir de un territorio que consideraban estrecho. Por estas razones, los conservadores monarquistas de México y Napoleón III no se equivocaron al elegir a Maximiliano como “salvador de México”, como segundo emperador de México, y, cuando se lo propusieron, aceptó gustosísimo. Dos únicas condiciones puso el joven Maximiliano: que el pueblo mexicano así lo deseara y que Napoleón lo apoyara manteniendo fuerzas armadas en México por dos años. A Maximiliano se le prometieron ambas cosas, pero se le cumplieron sólo a medias, como verás más adelante. Veamos, entre tanto, qué estaba sucediendo en México.
Mientras aquellos conservadores monarquistas estaban en Europa arreglando el arribo de Maximiliano, el ejército francés comenzó su intervención (incursión) militar a México. Como su intención era atacar la capital, Francia desconoció los Tratados de la Soledad y su ejército empezó a desplazarse desde Veracruz hacia el centro del país. En la ciudad de Puebla se llevó a cabo una de las batallas más famosas de nuestra historia: la batalla del 5 de mayo de 1862. Ante la noticia de que los franceses se proponían atacar Puebla, el joven general Ignacio Zarago- za (1829-1862) dispuso todo lo necesario para la defensa, secundado por otros generales como Miguel Negrete y
Porfirio Díaz. La batalla se inició a las 12 del día. Zaragoza había ordenado que el grueso de sus tropas se situara en el Carmen, el sitio de mayor riesgo porque, según pensaba, por allí atacarían los franceses. Sin embargo, el conde de Lorencez, a cuyo mando estaban las fuerzas francesas, decidió atacar por el fuerte de Gua- dalupe. Al parecer lo decidió así en un alarde de presunción: que-
ría lucir la superioridad de su ejército. Lorencez obtuvo resultados contrarios a los que esperaba, ya que en tres ocasiones los mexi- canos rechazaron el ataque; finalmente, a las seis de la tarde y en medio de un fuerte aguacero, los franceses tuvieron que retirarse.
¡Habían vencido las fuerzas mexicanas!
El triunfo sobre el ejército francés fue sumamente importante por-
que llenó de orgullo a muchos mexicanos. No hay que olvidar que el ejército enemigo tenía fama de ser uno de los mejores del mundo. Únicamente los conservadores, que estaban en favor de la invasión, no lo festejaron, pues la derrota retrasó el avance militar. En Francia la noticia produjo tanta indignación que se destinaron muchos recur- sos para vengar la victoria mexicana. Napoleón III destituyó a Loren- cez y mandó al general Forey quien a cargo de una nueva expedición de 30 000 hombres logró sitiar Puebla y vencerla. Como ahí estaba prácticamente todo el ejército republicano, Juárez tuvo que huir a San Luis Potosí (con los poderes del gobierno). A pesar de las resistencias
        Figura 3.20
Este óleo pintado por Jean Augus- te Beauce en 1866 muestra a Carlota repo-
sando bajo un árbol rodeada de los soldados zuavos. La foto es cortesía de Miguel Gleason. Hoy se ha estudiado que sus “ataques de nervios” fueron constantes, lo que explicaría su ulterior locura.
         136 Bloque 3


















































































   134   135   136   137   138