Page 179 - Secundaria - Comprometid@s con la Historia de México - 3er Grado
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                           no era novedad en México. Ya durante el Porfiriato se habían creado algunos, como el Partido Liberal (1906, fundado por los hermanos Flores Magón), el Partido Nacional Antirreeleccionista (de Francisco I. Madero, 1909) y, posterior- mente, el Partido Católico Nacional (1911) y el Partido Comunista Mexicano (1919). Para 1929 existían más de mil partidos. Muchos de ellos sólo eran escaparate ocasional para algún revolucionario y no tenían una base social, por lo que desaparecían pronto. Con la fundación del PNR, como partido oficial, los demás partidos quedaban prácticamente anulados.
Has de saber que durante seis años Calles controló al PNR y se convirtió en el “hombre fuerte” de México, incluso más que el propio presidente. Su autoridad fue tan grande que en los tres periodos presidenciales que siguieron al suyo, él era quien tomaba las decisiones más importantes de gobierno. En dichos periodos gobernaron: Emilio Portes Gil, de 1928 a 1930; Pascual Ortiz Rubio, de 1930 a 1932, y Abelardo Rodríguez, de 1932 a 1934. Como Calles era considerado el jefe máximo, es decir, el verdadero poder detrás de los presidentes, a la etapa de la historia de nuestro país que va de 1928 a 1934 los historiadores la han llamado el Maximato.
Guerra Cristera
  El PNR servía para aglutinar y controlar a militares, soldados, campesinos,
, etcétera, pero no a la feligresía católica, y como la iglesia católica era una fuerza social muy importante, Calles quiso someterla también. Al intentarlo
 provocó el conflicto conocido como Guerra Cristera.
Calles intentó someter a la Iglesia al cumplimiento literal de la Cons-
titución de 1917. En efecto, con base en el artículo 130, limitó la cantidad de ministros del culto, les impuso cuotas y la obligación de registrarse ante el gobierno.
Pronto se inició un conflicto cuyos alcances nadie pudo prever en el momento. El gobierno inició la persecución de sacerdotes y religiosas; ex- pulsó a los sacerdotes extranjeros; cerró muchos templos, que entregó a manos de los soldados, y promulgó la Ley Calles que debía entrar en vigor el 31 de julio de 1926. Esta Ley exigía la suspensión de los servicios católi- cos; establecía que los templos debían pasar a manos de juntas de vecinos de cada parroquia y, en caso de que nadie se hiciera cargo de los edificios, se utilizarían para otro fin de interés público. Los católicos que fueron a la guerra, llamados “cristeros” en forma despectiva por el gobierno, tuvieron como lemas “¡Viva Cristo Rey!” y “¡Viva Santa María de Guadalupe!”
El conflicto se tornó más grave cuando la feligresía católica deman- dó que de la Constitución fuera eliminada la reforma agraria, conforme con la cual habían sido expropiadas para reparto ejidal muchas de las tierras propiedad de la Iglesia. Esto causó que un gran número de cris- teros, campesinos también, se enfrentaran a otro grupo de campesinos, a los agraristas, quienes antes de incorporarse al ejército federal habían peleado en la Revolución y temían que las pocas tierras que habían ga- nado, muchas de ellas comunales o ejidales, volvieran a ser de la Iglesia.
Aunque este conflicto se ha llamado Guerra Cristera o Cristiada,
últimamente algunos especialistas proponen llamarlo Guerras Criste-
ras o Cristiadas porque, más que un movimiento armado con un sólo
propósito, fue la suma de muchas acciones armadas sin un mando único. Del estudio de documentos originales y de entrevistas a algunos de los participantes, se ha llegado a la conclusión de que la defensa de la religión fue la principal causa de las cristiadas, pero que hubo otras: económicas (la reciente crisis minera que había afectado a la zona), sociales (como la necesidad de tener un sistema más justo) y políticas (descontento con las autoridades locales, fundamentalmente). Se afirma que las cristiadas fueron una reacción popular —continuación del movimiento arma- do— en defensa de los valores tradicionales. El gobierno mandó al ejército a reprimir a los cristeros, y ambos bandos llevaron a cabo actos sumamente crueles (se estima que murieron 90 000 personas); la gente de las regiones en que hubo combates vivió tiempos muy angustiosos.
Estos conflictos terminaron después de concluido el gobierno de Calles. El presidente interino, Emilio Portes Gil, reanudó la negociación con la iglesia católica. El embajador estadounidense, Dwight Morrow, ayudó en las ne- gociaciones para que la Iglesia accediera a reanudar el culto y abrir los templos, mientras que el gobierno ofreció am- nistiar a todos quienes depusieran las armas y evitar confrontaciones en lo sucesivo. El domingo 30 de junio de 1929 se reabrieron los templos y la gente dejó las armas. Sin embargo, aún por cerca de 10 años más se registraron varios enfrentamientos religiosos, producto de una sociedad dolida y dividida. Desde entonces el gobierno mexicano rompió
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 La entrada de los campesinos católicos más pobres a la Guerra Cristera
         La Revolución Mexicana, la creación de instituciones 179
la hizo muy dramática y violenta, ya que ellos se enfrentaron al ejército federal con intención de luchar o morir como mártires (algunos santos mexicanos son producto de ese conflicto social).


































































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