Page 94 - Secundaria - Comprometid@s con la Historia de México - 3er Grado
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                           Resistencia y guerra de guerrillas
Mientras esto sucedía en Nueva España, en Europa Napoleón Bonaparte era derrotado por varias naciones y tuvo que retirarse de España. Con ello Fernando VII recuperó el trono, pero desilusionó a muchos de los que lo habían esperado porque su gobierno fue absolutista. No tomó en cuenta la Constitución de Cádiz porque limitaba su poder. Ante esta situación, en España se desataron protestas y también en Nueva España, sobre todo porque los novohispanos volvían a quedar en desventaja respecto de los españoles. Además, Fernando VII ordenó que se hiciera más fuerte la represión en las colonias sublevadas y nombró virrey de Nueva España al propio general Calleja. La mayoría de los criollos con- sideraron que la situación no cambiaba y se irritaron nuevamente y muchísimo porque los intereses españoles fueran privilegiados por encima de los novohispanos.
A principios de 1815 Morelos cayó prisionero. Fue juzgado y, por considerársele culpable, mandado fusilar en San Cristóbal Ecatepec (hoy Estado de México) el 22 de diciembre de 1815. Con ello los insurgentes perdieron a su líder más importante. Sin embargo, la guerra no terminó, porque había otros caudillos insurgentes en pie de lucha que re- sistieron los ataques de los realistas. Lo que faltó en esta nueva etapa de la guerra de Independencia fue unidad. Entre 1816 y 1820, los grupos de insurgentes peleaban mediante guerras de guerrillas, por lo general poco coordinadas entre sí y con dificultades de comunicación. Los principales jefes insurgentes fueron: en el sur, Guadalupe Victoria (1786- 1843) —cuyo verdadero nombre era José Miguel Ramón Adaucto Fernández y Félix, pero él se lo había cambiado— y Nicolás Bravo (1756-1854); en el actual Estado de México, Pedro Ascencio (1778-1821); Ignacio López Rayón (1773- 1832) en regiones aisladas de Michoacán; y, el principal de ellos, Vicente Guerrero (1782-1831), en las montañas del sur.
A pesar de que Fernando VII mandaba cuantiosos refuerzos y dinero para terminar con los insurgentes, la verdad es que casi todos sus intentos resultaban inútiles. Piensa, por ejemplo, en que los insurgentes, aunque contaban con menos hombres y armas, tenían la enorme ventaja de conocer bien el terreno y su guerra de guerrillas les funcionaba adecua-
damente. No obstante, se ganaron la desconfianza e incluso el desprecio de la mayoría de la población del campo, pues actuaban con prepotencia y no era raro que cometieran
abusos.
En 1816 Juan Ruiz de Apodaca (1715-1835) sustituyó a Calleja como virrey de
Nueva España. Consideró que la mejor manera de terminar con la sublevación era otorgar la amnistía o perdón a los insurgentes a cambio de que se entregaran. La estra- tegia le funcionó, porque unos 17 mil insurgentes, incluidos varios jefes, se retiraron de la lucha, por desánimo, cansancio y hambre.
Para 1820, una década después de iniciada la lucha y con Fernando VII de nuevo en el trono de España, el dominio español se había vuelto a estabilizar en Nueva España. Además del desgaste de la guerra insurgente, se había acentuado la desunión entre los diversos sectores de la sociedad novohispana. Cierto, era mayor la decadencia económi- ca y política de la Corona española y menor el poder del virrey, pero el tipo de gobierno
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seguía siendo el único factor de estabilidad. La Iglesia, por su parte, había retomado el
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control sobre el grupo de sacerdotes rebeldes; además, estaba contenta con que el absolu-
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tismo de Fernando VII le garantizara de nuevo sus privilegios. Sólo quedaban guerrillas
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insurgentes, prácticamente indomables pero incapaces de romper la estabilidad.
      Sin embargo, aquella calma recuperada se resquebrajó de modo violento a consecuen- ia de una rebelión provocada en España, en 1820, por el movimiento político conocido
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nal, en que el rey no gobernara según su voluntad e intereses, sino con base en una cons- titución. El constitucionalismo había surgido a finales del siglo XVII en Inglaterra, época en que ésta abolió el absolutismo de los reyes como consecuencia del movimiento liberal o liberalismo. Recordarás que la independencia de las 13 colonias estadounidenses y la Revolución Francesa, a finales del siglo XVIII, afirmaban que los pueblos tenían derechos, entre los cuales estaba el elegir su forma de gobierno. Ahora, 29 años después de que Fran- cia hubiera redactado su Constitución y de que el absolutismo español hubiera revocado la de Cádiz, los españoles no deseaban quedarse atrás: se rebelaban para darse un régimen constitucionalista.
Como el rey no obtuvo el apoyo del ejército, se vio obligado a gobernar de acuerdo con la Constitución de Cádiz de 1812, la cual, según has de recordar, menguaba el poder y los privilegios de la Iglesia. Pues bien, con base en esa constitución, el rey entre otras medidas adoptó la de reducir a la mitad el diezmo (el dinero que la Iglesia tenía derecho a recaudar). Puesto que esas medidas debían aplicarse también en Nueva España, el clero y muchos creyentes novohispanos se sintieron amenazados.
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omo constitucionalismo. Dicho movimiento propugnaba por limitar el poder absoluto del c
 Figura 2.19
ey, es decir, por que no hubiera una monarquía absoluta sino una monarquía constitucio- r
Dos años después del fusilamiento
de Morelos, llegó a Nueva España, Francisco Javier Mina, quien, aunque era español, simpatizaba con las ideas insurgentes. En secreto consiguió dinero inglés y estadounidense (obviamente querían la derrota de España para beneficiarse con el comer- cio novohispano) y tras seis meses de lucha fue derrotado.
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Bloque 2


































































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