Page 96 - Secundaria - Comprometid@s con la Historia de México - 3er Grado
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                           mente que dependían el uno del otro y que la independencia dependía de ambos: Guerrero sabía que las armas no le darían el triunfo; Iturbide, que tardaría varios años en vencer a su enemigo. Aceptaron unir sus ejércitos. Guerrero integró sus tropas a las de Iturbide, para que éste dirigiera la consumación de la independencia. La gran influencia que Guerrero ejercía sobre los demás insurgentes los llevó a seguir su ejemplo.
El 24 de febrero de 1821 se dio a conocer en Iguala (hoy en el actual estado de Guerrero) un documento muy im- portante, llamado Plan de Iguala. Era un programa político muy hábil que contenía ideas por las cuales Iturbide se ganó la simpatía de casi todos los habitantes de Nueva España. Aseguraba el cumplimiento de tres garantías fundamentales: unión, religión e independencia:
• unión de todos los grupos sociales, fueran americanos o europeos
• exclusividad de la religión católica (lo cual dio gusto a la mayoría de los mexicanos, que eran católicos, y a la
Iglesia porque se sintió segura de no perder sus privilegios)
• absoluta independencia respecto de España.
Además, el documento especificaba que Iturbide y Guerrero habían unido sus fuerzas para formar el Ejército Trigarante, llamado así porque velaría por el cumplimiento de las tres garantías antedichas. El mismo día en que se promulgó el Plan de Iguala (24 de febrero de 1821), Iturbide dio a conocer la bandera trigarante que lo simbolizaba.
El Plan de Iguala preveía que, ganada la guerra de Independencia, se establecería como forma de gobierno una monarquía constitucional. ¿Y quién sería el rey? Pues como los novohispanos todavía se sentían inseguros para gober- narse ¡planearon llamar como rey al propio Fernando VII! Ahora bien, para que no gobernara de modo absolutista, se formaría un Congreso que redactaría una constitución mexicana que el rey mismo tendría que obedecer y hacer obedecer. Si Fernando VII no aceptaba, se llamaría a alguno de sus hermanos o sobrinos.
El Plan de Iguala satisfizo prácticamente a todos los criollos, a la mayoría de los insurgentes y también a muchos peninsulares, tanto que después de conocerlo muchos integrantes del ejército realista se pasaron a las filas de Iturbide y sus fuerzas crecieron todavía más. (Recuerda que el ejército realista estaba desgastadísimo tras la guerra; por eso vio en Iturbide y en el plan la oportunidad de que la guerra llegara a su fin.) Los peninsulares y los criollos estuvieron de acuerdo con el Plan porque se conservaba el orden colonial, cosa que les convenía. Por eso, los peninsulares aceptaron compartir con los criollos altos puestos en el gobierno.
Fíjate que el Plan de Iguala no hablaba del reparto agrario o de otras reformas sociales por las cuales habían peleado Hidalgo y Morelos. El plan no beneficiaba a los indígenas ni a las castas, ni a la mayoría de los mestizos, no obstante que habían participado en la guerra. Y no pudieron hacer nada porque sus jefes habían pactado con Iturbide; no les quedó más remedio que resignarse.
Otro grupo importante, aunque pequeño y tampoco beneficiado, fue el de los republicanos. Éstos se oponían a que el sistema de gobierno fuera una monarquía. Entre ellos destacaban viejos insurgentes, como los que habían estado de acuerdo con el sistema republicano de gobierno establecido por la Constitución de Apatzingán. Como tampoco pudieron hacer nada, en
el fondo quedaron sumamente inconformes.
El virrey, por su parte, se sintió traicionado por Iturbide y organizó
a las tropas realistas que no se habían unido al Plan de Iguala, para que se enfrentaran al Ejército Trigarante. Pero era demasiado tarde, porque Iturbide disponía ya de un ejército muy superior al realista con el cual rápidamente consiguió controlar casi todo el país. Conviene decir que, a diferencia de la primera etapa de la guerra de Independencia que estuvo bañada de sangre, ahora hubo pocos combates, pues las ciudades y los pueblos se adherían fácilmente al Plan. Sólo Veracruz y la Ciudad de Mé- xico quedaron en poder de los realistas.
Así las cosas, llegó a México Juan O’Donojú (1760-1821) a sus- tituir al virrey Juan Ruiz de Apodaca. Iturbide viajó a Veracruz a ne- gociar con él y fácilmente lo convenció de que no le quedaba otra op- ción que pactar la paz. El 24 de agosto de 1821 firmaron en la ciudad de Córdoba, Veracruz, los Tratados de Córdoba. En ellos O’Donojú aceptaba el Plan de Iguala, es decir, reconocía que Nueva España era independiente de España y aceptaba la instauración de una monarquía constitucional. Pero ahora esos tratados reflejaban un giro político fun- damental: un mexicano podía ser rey de Nueva España, si Fernando VII o alguno de sus parientes no quisieran serlo. En el siguiente bloque proseguirás con esta historia no sin antes comprender cómo la cultura
expresó esta etapa tan importante para nuestro país.
 Figura 2.21
La bandera mexicana tiene su primera expresión en la bandera del Ejérci- to Trigarante, la cual representaba, tras un
dolorosísimo parto, el surgimiento de México como nación. El verde simbolizaba la indepen- dencia; el blanco, la pureza de la religión; y el rojo la unión de españoles y mexicanos. ¡Esa es la razón para conmemorar el 24 de febrero!
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