Page 99 - Secundaria - Comprometid@s con la Historia de México - 3er Grado

Líneas rectas y simétricas
Arco semicircular
Reloj
Guirnaldas y laureles
Esculturas con ropajes simples
Líneas curvas
Esculturas con ropajes de pliegues que simulan movimiento
Piedras lisas y sin labrar para decorar la fachada
Columnas jónicas
Motivos vegetales para decorar con labrado la fachada
Nicho con concha para escultura
Columnas estípites
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3 La construcción de la catedral de la Ciudad de México se inició en 1573 y se prolongó durante
más de 200 años. ¡Por esa razón su arquitectura tiene distintos estilos! Analiza la fotografía y di: ¿qué parte de la catedral es de estilo barroco y cuál de estilo neoclásico? Fundamenta tus respuestas en tus observaciones.
centista, el manierista, el barroco, el neoclásico). Puesto que el rey era patrón (el “padrino”) y el virrey el vicepatrón de las catedrales, su construcción era financiada con dinero de las rentas reales, de modo que una catedral manifestaba la estrecha unión entre la Iglesia y el Estado, es decir, entre las autoridades eclesiásticas (o brazo religioso de la sociedad) y las autoridades civiles (o brazo secular). En esa época las catedrales funcionaban a modo de escaparates o aparado- res de las piezas de arte sacro. Las personas de sectores diversos de la sociedad que se reunían en misa y en otros oficios religiosos, podían admirarlas ahí; además acudían artistas de muchos lugares para tomarlas como modelos.
Las catedrales más importantes en Nueva España fueron la de la Ciudad de México y la de Puebla; famosas fue- ron también la de Mérida y la de Guadalajara.
Pintura y escultura
A finales del siglo XVI, en la Ciudad de México funcionaban muchos talleres de pintura. Como en todo taller de esa época, hay un maestro, oficiales y aprendices. El maestro es el que sabe, el que ha estado en contacto con las corrientes pictóricas de moda en Europa, porque ha venido de allá, y ahora vende pinturas elaboradas en su hogar, porque éste, al mismo tiempo que su morada y la de su familia, es su taller. Además de dedicarse a la producción, también se dedica a la enseñanza, allí mismo, en su casa, donde conviven con él sus aprendices y oficiales. Por esto es que, a veces, algún aprendiz u oficial se enamora de alguna hija del maestro y se casa con ella.
De talleres como ésos surgen generaciones de pintores novohispanos, quienes, aprendidas y asimiladas las téc- nicas europeas de creación, las modifican para crear obras propias, nuevas, no simples copias de los modelos tran- satlánticos. Dichas generaciones se extenderán desde finales del siglo XVI y a lo largo del XVII, y serán fundamentales en la gestación de la pintura mexicana posterior. Entre los pintores más importantes de la Nueva España se puede mencionar a la dinastía de los Juárez: Luis (c. 1620-1670), Nicolás Rodríguez Juárez (1667-1734), Juan Rodríguez Juárez (1675-1728), Juan Correa (1646-1716), Patricio Morlete Ruiz (1713-1772), Miguel Cabrera (1695-1768) y Cristóbal de Villalpando (c. 1649-1714). Sus pinturas, de tradición barroca, se encuentran actualmente en iglesias, museos y en colecciones de arte.
La arquitectura, pintura, escultura y música estuvieron muy entrelazadas. Las esculturas, que podían servir para decorar tanto el exterior como el interior de los templos, tuvieron como función principal representar a Dios (Padre, Hijo o Espíritu Santo), a la Virgen María (en alguna de sus advocaciones, como la Virgen de la Asunción), a los ánge- les, apóstoles u otros santos a los que se dedicaba el templo, catedral o parroquia. La escultura floreció enormemente. Se hicieron esculturas en piedra y en madera. Entre las de madera sobresalieron las esculturas en estofado. La palabra estofado surge de la palabra “estofa” que significa tela muy elaborada. Con esta técnica, lograron dar a las esculturas pliegues que simulan bien el movimiento de la pieza, pues el movimiento era una característica esencial del barroco.
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Nueva España, desde su consolidación hasta su Independencia 99