Page 51 - Secundaria - Historia de México - 3er Grado
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El pasado indígena comenzó a ser exaltado y utilizado también para afirmar la importancia de la cultura americana. Carlos de Sigüenza y Góngora exaltó las virtu- des de los reyes del México antiguo y las puso de modelo a los virreyes. Fue la reli- gión la que proporcionó a los criollos su más grande motivo de orgullo: la Virgen de Guadalupe, considerada como un signo de predilección divina que demostraba la importancia de estas tierras. El guadalupanismo y el criollismo se integraron en un fuerte sentimiento nacionalista que dio a los novohispanos una fisonomía propia.
El desarrollo urbano
En 1522 se inició la reconstrucción, de acuerdo con las normas de la arquitectu- ra española del Renacimiento, de la Ciudad de México-Tenochtitlan; convertida en México, capital de la Nueva España.
En la Nueva España hubo distintos tipos de ciudades en función de su escenario geográfico y de las necesidades económicas, políticas y sociales de los conquistado- res: ciudades militares con murallas y fuertes que se ubicaban sobre todo en las costas del Golfo de México como Campeche; reales de minas que florecían a partir del des- cubrimiento de nuevas riquezas minerales como Pachuca, Taxco o Zacatecas y ciuda- des de gobierno que eran sede de los gobiernos locales como Guadalajara y Puebla.
La mayoría de las ciudades que se fundaron después de la Conquista fueron traza- das a partir de una cuadrícula que era la plaza central, que permitía que hubiera calles rectas horizontales y verticales. Las construcciones más opulentas eran el palacio, re- sidencia de la autoridad política, y la iglesia o catedral que se encontraban alrededor de la plaza central, acompañadas de los edificios de la administración y comercios.
Las casas de los habitantes más ricos estaban cercanas a la plaza, después los barrios de artesanos y, en la parte más alejada, los barrios de indígenas y castas. Existieron algunos espacios públicos como fueron fuentes, paseos y mercados don- de se encontraban todas las clases pero sin mezclarse.
El contraste eran tan marcado que se podían apreciar las carrozas incrustadas de plata y piedras preciosas de los ricos que se abrían paso entre la muchedumbre de in- dígenas miserables y las castas que vivían de la mendicidad o del robo. A finales del si- glo XVI estaban ya fundadas las principales ciudades de la Nueva España. En el siglo XVII, con el inicio del arte barroco, se embellecieron arquitectónicamente las grandes urbes.
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Thomas Gage fue un fraile dominico de origen inglés, aventurero y amante del buen vivir, que llegó a la Nueva España en 1625. Vivió un tiempo en la Ciudad de México a la que describe:
“Hay cuatro cosas que asombran por su belleza, a saber: las mujeres, los vestidos, los caballos y las calles [...] No hay más de cincuenta iglesias y capillas, claustros, conventos de monjas y parroquias en aquella ciudad; pero son de las más bellas que mis ojos han visto: los techos y vigas de muchas están cubiertas de oro y muchos altares apoyados en columnas de mármol [...] y capillas de varios santos labrados ricamente con oro.”
Fuente: Thomas Gage, El inglés americano: sus trabajos por mar y tierra o un nuevo reconocimiento de las Indias Occidentales, citado por Lesley B. Simpson, Muchos Méxicos, México, FCE, 1966, p. 151.
La Ciudad de México fue la sede de los poderes político y religioso y la urbe más poblada de la Nueva España y de América. Enfrentó múltiples retos naturales como temblores e inundaciones que no pudieron evitarse con los continuos trabajos de desecación del lago de Texcoco, sobre el que estaba asentada la capital y que obli- gaban durante el periodo de lluvias a recorrer las calles en canoas.
Los puertos de Veracruz y Acapulco se habían convertido en las puertas de en- trada y salida del comercio ultramarino, pero a pesar de las grandes cantidades de
Las culturas prehispánicas y conformación del virreinato de la Nueva España 51