Page 23 - Educación Emocional Infatil en la escuela
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Por ejemplo, puedo darme cuenta que siento celos y utilizo

               esta  información  para  buscar  más  seguridad  en  mi  misma,


               obteniendo con ello una consecuencia positiva; o me dejo llevar

               por lo que siento sin descodificarlo y actúo de forma agresiva o

               hiriente  con  mi  hermana,  obteniendo  una  consecuencia


               negativa. La emoción es la misma, solo que con dos usos bien

               diferentes de la información que me ofrece.




                    Si los adultos tenemos claro que no existen emociones buenas

               ni  malas,  por  lo  tanto  no  las  estamos  juzgando,  tampoco

               juzgaremos el comportamiento de nuestros hijos o alumnos.




                    Si  juzgamos  que  llorar  es  malo,  entonces  juzgaremos  su

               comportamiento de llorón y no atenderemos a la información


               que esta emoción ofrece sobre el estado emocional del niño,

               ni  le  podremos  enseñar  a  regularla  ni  canalizarla  hacia  su

               propio bienestar.






                     “Si calificamos la agresividad como mala, acabamos


                 prohibiendo y reprimiendo determinadas conductas del


                  niño sin llegar hacer uso de la útil información que nos

                         ofrece esa ira sobre el estado interno del niño”.
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