Page 388 - El Misterio de Salem's Lot
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—No son muy inteligentes. Si pierden sus escondrijos, la segunda vez se
esconderán mal. Con que un par de personas buscaran en los lugares obvios podría
ser bastante. Tal vez para la primera nevada todo podría haber terminado en Salem's
Lot... o tal vez nunca llegue a terminar. No hay garantía, ni en un sentido ni en otro.
Pero sin algo que los obligue a salir, no habría probabilidad ninguna.
—Claro.
—Será desagradable y peligroso.
—Losé.
—Pero dicen que el fuego purifica —prosiguió Ben—. La purificación debe
significar algo,
¿no crees?
—Sí.
Ben se levantó.
—Tenemos que regresar.
Arrojó la colilla en una pila de ramas secas y hojas quebradizas. La cinta blanca
del humo se elevó, tenue, contra el fondo verde de los juníperos, hasta casi un metro,
antes de que el viento se la llevara. Unos seis metros más allá, hacia donde soplaba el
viento, había una gran trampa de caza abandonada.
Fascinados, los dos miraban el humo.
El humo fue espesándose. Apareció una lengua de fuego. Pequeños estallidos
salían de la pila de ramas y hojas secas a medida que las ramitas iban prendiendo.
—Esta noche no se dedicarán a matar ovejas ni a visitar granjas —dijo Ben
suavemente—.
Esta noche huirán. Y mañana...
—Tú y yo —dijo Mark, y cerró el puño.
Ya no tenía el semblante pálido; un color sonrosado le animaba la piel. Los ojos le
brillaban.
Juntos volvieron al camino y se alejaron.
En el pequeño claro que daba sobre los cables de alta tensión, las llamas
empezaron a arder con más fuerza entre la maleza, avivadas por el viento otoñal que
soplaba del oeste.
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