Page 69 - Demo
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Entonces el locutor empieza a decir que te has buscado un problema, que no tienes dónde meter a la vieja, porque no habías comprado un pedazo de tierra en el cementerio. Te acomplejan. Hay otro de una mujer que está haciendo jogging, trotando.
Se para frente a la cámara y dice; ‘’ya yo compré mi parcela en el cementerio tal, para que tengan donde enterrarme cuando me muera. Yo soy joven, pero no quiero crearle problemas económicos a mi familia, el día que yo me vaya’’. ¡Hay que ser comemierda! Cuando yo me muera, que traten de solucionar los que se quedaron vivos. Si el que se jodió fui yo.
¿Ustedes hace tiempo que no van a un cementerio aquí en Miami? No saben lo que se están perdiendo. Los cementerios de aquí son unos centros de entretenimiento tremendos. Los domingos hay que hacer cola. Las viejas, los sábados van a la peluquería, pa’ prepararse para el domingo. Y el domingo se aparecen al cementerio con to’s los hierros, como si fueran a la playa.
Llevan sillones, almohaditas, termos con café, hielo, refrescos. Y se pasan el día de lo más entretenidas, hablando allí de sus muertos, de lo importante que eran cuando estaban vivos. Lo pasan de lo mejor. Ya esas viejas lo que tienen es una mafia.
Controlan los cementerios de una manera, que a la que no sea del grupo de ellas, la eliminan. El día que yo fui, había una china poniéndole comida en la tumba al marido, porque los chinos le ponen comida a los muertos. Llega una de las viejas cubanas, y pa’ reírse de ella le dice: ¿Tú crees que él salga a comerse la comida que le estás poniendo? Y le contesta la china: ‘’Si, en cuanto salgan los muertos de ustedes a oler las flores, el mío se va a comer la comida’’.
EL HUMOR ES UN REMEDIO III
LIPARON 59




























































































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