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EL ACCIDENTE
En febrero del 81 a mí me atropelló un camión. Esto, desde luego, me pasó por estar en los Estados Unidos. Si estoy en España, por ejemplo, no me pasa nada.
De acuerdo con lo que dijo el que me arrolló, él iba por su derecha, y de buenas a primeras vio a un perro atravesando la calle.
Claro, el muchacho, a quien desde pequeño le han inculcado el amor por los animales, sobre todo por los perros, no se fijó en nada más, no se dio cuenta de que por el otro lado de la calle iba un ciudadano haciendo ejercicios.
Y tiró un corte rápido hacia la izquierda, para tratar de no hacerle daño al perrito, claro. Bueno, pues por poco mata a este comemierda que iba por allí. Y es que en este país, los perros son muy importantes.
Aquí tú te caes en el medio de la calle con un ataque al corazón, y nadie te hace caso. Pero si a un perro le dan un pisotón, todo el mundo tiene que ver con él. Se aglomera una cantidad enorme de gente alrededor del animal.
Lo cargan, lo acarician, lo miman. Y al perro lo único que le han hecho es darle un pisotón. En España es distinto. A un español se le atraviesa un perro en el camino y le da una patada por el culo. ‘’Pasa perro, coño’’ le dice.
Un perro no puede cruzar la calle comiendo mierda, porque se busca un problema. Allí no andan creyendo.
Le van pa’arriba. En Madrid hay un catálogo de perros cojos, que no existe en ningún lugar del mundo.
60 VANTUS
EL HUMOR ES UN REMEDIO III