Page 148 - COLECCION HERNAN RIVERA MAS DOS CUENTOS
P. 148

de los gendarmes —hasta cara de topo tenía el hombre


               —, me puse los elementos de seguridad y descendimos


               por  el  estrecho  boquerón.  Primero  él,  yo  detrás.


               Aunque esta parte del túnel tenía un metro y medio de

               alto —el que daba a la celda no pasaba del metro—,


               igual de entrada nos recibió una sensación de ahogo y


               un  calor  asfixiante.  Nos  pusimos  a  recorrerlo  de


               inmediato.  Cuanto  más  nos  adentrábamos  más


               sofocante se hacía la atmósfera. Era como ser tragado


               por una pesadilla. Y mientras el gendarme no dejaba de

               chicharrear  contándome  detalles  de  las  ingeniosas


               tácticas  de  los  presos  para  deshacerse  de  la  tierra


               sacada  en  el  excavamiento  de  túneles,  yo  caminaba


               respirando apenas, ahogándome, pensando en mi pobre


               padre muerto y en su sacrificada vida de pirquinero en


               los cerros de Vallenar. Después de algunos minutos de


               andar  sin  problemas,  tuvimos  que  tomar  mayores

               precauciones:  en  algunas  partes  se  habían  producido


               desprendimientos  de  tierra  y  teníamos  que  usar  la


               pequeña pala que llevaba el gendarme a la cintura. Más


               adelante  comenzamos  a  sorprendernos  con  hallazgos





                                                           10
   143   144   145   146   147   148   149   150   151   152   153