Page 174 - COLECCION HERNAN RIVERA MAS DOS CUENTOS
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jardines. La dama ya contaba con piscina, cancha

               de tenis, plantas, flores; ahora quería una pajarera

               para  exorcizar  este  silencio  que  me  lastima  el


               corazón, amado mío. El señor administrador, que

               en su homenaje había bautizado la oficina con su

               nombre, encargó un millar de pájaros cantores de


               los  campos  chilenos,  cargamento  que  fue  traído

               en  barco,  descargado  en  el  puerto  de  Coloso  y

               transportado  a  la  pampa  en  un  carro  plano

               enganchado  a  la  cola  del  tren  de  pasajeros.  De


               modo  que  esa  mañana  los  viajeros  subieron  al

               desierto arrastrando consigo una bullanga de las

               más  variadas  especies  de  aves.  Poco  antes  de

               llegar  a  destino  sucedió  la  desgracia.  El  tren


               descarriló  y,  al  volcarse  el  carro  plano  (el  único

               que  volcó),  las  jaulas  rodaron,  se  abrieron  y  se

               desbarataron,  y  lo  que  contaban  después  los


               pasajeros en las tabernas de Yungay, con los ojos

               aún  maravillados  de  asombro,  era  increíble:  una

               algazara de aves en fuga —pequenes, codornices,

               pitíos,  choroyes,  queltehues,  mirlos,  calandrias  y


               de  un  cuanto  hay  de  pájaros  al  sur  de  la  patria,

               por Dios que es cierto, paisanito— echó a volar en

               desbandada por los cielos de la pampa, tiñendo el






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