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20 de junio



                                    Ah veraneado, el sol está saliendo con suma potencia, el calor
                                    comienza a sentirse... típico de los días vacacionales, parte

                                    de los zombis de la calle lateral se han ido ¿Por qué? Segura-
                                    mente alguna fuente de ruido, de comida los ha atraído.



                                    Eso es bueno para nosotros, rellenamos una vez más el tanque,

                                    creo que eh olvidado acotar que lo hemos hecho tres veces
                                    ya usando el agua de la quebrada frente a la urbanización,

                                    la calle principal de la pedregosa está realmente limpia,
                                    los zombis se han movido masivamente por ella quien sabe

                                    a dónde, pero es un poco preocupante.



                                    Máximo, Mauro y yo hemos llevado y traído varios cientos de
                                    litros de agua que nos duran días enteros, pero el gas propano

                                    se nos ha acabado, hemos investigado las casas a los alrededores
                                    y hemos encontrado algunas bombonas, pero esto no nos servirá

                                    por demasiado tiempo, los Zs no han ataco más.



                                    El entrenamiento se ha vuelto rutinario, la vida se ha vuelto
                                    rutinaria, nos sentamos a leer, o ah charlar, a tener sexo o a

                                    discutir, la soledad de Sandra nos atormenta, entrenar, cuidar,
                                    comer y dormir, entrenar, cuidar, comer y dormir...



                                    De repente alguien se deprimía y lloraba, o alguien simplemente

                                    comenzaba a tener una seguidilla de pesadillas, con los días,
                                    los chistes que nos hacíamos se fueron perdiendo, las sonrisas

                                    se fueron desvaneciendo, el silencio comenzó a tornarse ensor-
                                    decedor, insoportable, me siento en el techo a ver los pájaros

                                    revolotear, las plantas crecer más hasta el punto de hacerse
                                    más salvajes, y escuchar el rio, y más lejos, el gemido conti-

                                    nuo y constante de los cientos de millones de zombis por todos
                                    los lugares del mundo.



                                    ¿Es así como será la vida a partir de ahora?




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