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LA CARIDAD DEL OPRESOR

                   Desde su principio el estado otomano concedía la máxima
               importancia a la educación de los jóvenes príncipes, que empezaba
               a una edad muy temprana, bajo la dirección de las más destacadas
               autoridades de su tiempo. En particular, se daba especial importancia
               a su desarrollo espiritual y moral. La razón principal de esta actitud
               estaba en el hecho de que se consideraba como algo sumamente
               obvio que la supervivencia del estado dependía de la implantación
               del gobierno justo. Por lo tanto, se sobrentendía que, dado que serían
               ellos los futuros gobernadores del estado otomano, su integridad
               moral sería la mejor garantía de la futura estabilidad y vitalidad de
               la comunidad. Incluso cuando un príncipe se convertía en sultán,
               aquellos principios seguían operando y los maestros continuaban
               ofreciendo su guía, y a menudo amonestaciones y advertencias.
               Por ejemplo, Aziz Mahmud Hudai le escribió a Murad III varias
               cartas, para advertirle y guiarle, en las que ocasionalmente utilizó
               un lenguaje muy duro.
                   Qué los ejemplos que siguen sirvan para ilustrarlo desde otro
               punto de vista. Cuando el sultán bajaba las escaleras de palacio, el
               chambelán solía exclamar: “¡Viva el sultán! ¡Qué le acompañe la
               buena fortuna!” También, cuando el sultán se dirigía a los sitios
               públicos, una mezquita por ejemplo, la gente formaba un pasillo
               para que pudiera pasar. Inevitablemente, se oían ovaciones y
               vítores. Un grupo de guardias, entonces, le recordaba en voz baja:
               “Contén tu orgullo, oh sultán. Allah es más grande que tú.”
                   La historia del estado otomano brillaba por doquier
               durante el tiempo en el que sabios como Edebali se ocupaban
               de la formación del carácter de los sultanes y tenían parte
               activa en la formulación del gobierno de la nación. En ambas
               capacidades, como consejeros y guías, su influencia se sentía
               en toda la comunidad otomana. Mencionemos a los maestros
               de las generaciones siguientes, que tuvieron el mismo papel que
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