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toma de decisiones razonadas y en las que la incertidumbre se vea reducida a
                  la menor de las expresiones.

                  Es  evidente  que  las  empresas  se  enfrentan  a  factores  externos  de  diversa
                  índole, crisis, cambios en los mercados, cambios tecnológicos, competencia, e
                  incluso la mala suerte. Todos estos factores condicionan su evolución. Se trata
                  de adaptarse o de sacar el máximo provecho de ellos.

                  Si  bien  los  periodos  de  crisis  afectan  a  todos  los  agentes  económicos,  no  a
                  todos lo hacen en la misma medida. Baste como ejemplo de esta afirmación la
                  experiencia vivida en la crisis financiera de 2007 que nos muestra la caída o
                  debilitación extrema de entidades y empresas en otro momento supuestamente
                  invulnerables, a la vez que contemplamos como otras transitan a través de la
                  crisis de manera bien distinta, emergiendo como auténticos ganadores incluso
                  en  periodos  de  alta  inestabilidad  e  incertidumbre  (caso  de  Caso  Citigroup
                  versus Banco Santander).

                  Los factores externos no son controlables por las empresas. Pero existen otros
                  factores,  internos,  que  si  deben  ser  controlados,  y  en  eso  descansa
                  fundamentalmente la correcta gestión de los negocios.
                  Según estudios realizados en el mercado norteamericano en más del 90% de
                  los  casos  analizados  la  incompetencia  sería  la  principal  causa  en  las
                  suspensiones de pagos.

                  Incompetencia  o  lo  que  es  lo  mismo,  falta  de  previsión  o  la  adopción  de
                  medidas  y  decisiones  incorrectamente  fundamentadas.  La  falta  de  un
                  diagnóstico empresarial correcto es indicativo de incompetencia.

                  El  correcto  diagnóstico  de  la  empresa  ayuda  a  conseguir  los  objetivos  que
                  comparten todas las empresas, y que se pueden resumir en los tres siguientes
                  principios:

                  •  Sobrevivir.  La  misión  de  la  empresa  es  seguir  funcionando  a  lo  largo  del
                  tiempo  y  para  ello  será  necesario  que  sea  capaz  de  atender  todos  sus
                  compromisos presentes y futuros.

                  •  Ser  rentables.  Las  empresas  nacen  y  existen  para  ser  rentables.  Muchas
                  veces se confunde esta afirmación con un mal entendido concepto de codicia.
                  Nada más lejos. La empresa necesita generar beneficios para retribuir a sus
                  accionistas, para compensar a sus empleados, para pagar a sus acreedores,
                  para  comprar  y  financiar  invertir.  La  rentabilidad  es  una  obligación  de  la
                  empresa y de sus gestores.

                  • Crecer. La empresa, para sobrevivir y ser rentable, necesitará aumentar sus
                  ventas,  su  cuota  de  mercado  y  los  beneficios  hasta  donde  sea  razonable  y
                  prudentemente posible.

                  Teniendo en cuenta los anteriores objetivos, el análisis financiero nos permitirá
                  identificar  aspectos  esenciales  para  la  salud  de  la  empresa.  Lo  contrario,  la
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