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El Angel del Señor acam pa en torno
        tes que él, habían sido asesinados.   de sus fie les, y los libra. ¡Gusten y vean
        En el camino nace el desaliento y   qué bueno es el Señor! ¡Felices los que
        este cede al cansancio. El que era   en él se refu gian!                                      R.
        todo un campeón, se siente desfa-
        llecer, y un ángel del Señor le trae        2º LEC TU RA
        comida y bebida y se siente re-      Lectura de la carta del após tol
        confortado con ese pan bajado del      san Pablo a los cris tia nos
        cielo, recuperando las fuerzas y el
        gusto por la vida. Así sigue su cami-     de Efeso 4, 30—5, 2
        no hasta el Horeb donde lo espera    Hermanos: No entris tez can al Espí-
        Dios. Como Elías, también nosotros
        podemos sentir desaliento en la lu-  ritu Santo de Dios, que los ha mar ca do
                                          con un sello para el día de la reden-
        cha diaria. Se dice que el cristia-
        nismo es religión para valientes. El   ción. Eviten la amar gu ra, los arre-
                                          ba tos, la ira, los gri tos, los insul tos y
        mal, en sus muchas formas, se nos
        puede cruzar en el camino; nuestro   toda clase de mal dad. Por el con tra rio,
                                          sean mutua men te bue nos y com pa si-
        compromiso cristiano  nos puede,
        en determinados momentos, pesar,   vos, per do nán do se los unos a los otros
                                          como Dios los ha per do na do en Cristo.
        y nuestra vida cristiana que comen-
        zaba un día  luminoso se nos con-  Traten de imi tar a Dios, como hijos su-
                                          yos muy que ri dos. Practiquen el amor,
        vierte en rutina perezosa. Sentimos
        entonces la tentación del cansan-  a ejem plo de Cristo, que nos amó y se
                                          entre gó por noso tros, como ofren da y
        cio. Un sentimiento de fracaso y de
        perdida de tiempo nos atenaza. Es   sacri fi cio agra da ble a Dios.
        el momento de una segunda voca-
        ción o de nuestra segunda conver-  Palabra de Dios.
        sión. Recibimos entonces la con-
        fianza interior que nos hace fuertes           ALELUIA
        y seguimos el camino…                          Jn 6, 51
                                             Aleluia. Dice el Señor: Yo soy
                   SALMO                  el pan vivo baja do del cielo. El que
        Sal 33, 2-3. 4-5. 6-7. 8-9 (R.: 9a)  coma de este pan vivi rá eter na men te.
                                          Aleluia.
       R. ¡Gusten y vean que bueno es el Señor!
                                                     EVANGELIO
         Bendeciré al Señor en todo tiem-  Evan ge lio de nues tro Señor Jesu cris to
       po, su ala ban za esta rá siem pre en mis   según san Juan 6, 41-51
       labios. Mi alma se glo ría en el Señor:
       que lo oigan los humil des y se ale-  Los judíos mur mu ra ban de él, por-
       gren.                                              R.  que había dicho: «Yo soy el pan baja-
                                          do del cielo.» Y decían: «¿Acaso este
         Glorifiquen con mi go al Señor, ala be-  no es Jesús, el hijo de José? Nosotros
       mos su Nombre todos jun tos. Busqué   cono ce mos a su padre y a su madre.
       al Señor: él me res pon dió y me libró de   ¿Cómo puede decir ahora: “Yo he baja-
       todos mis temo res.                                 R.  do del cielo?”» Jesús tomó la pala bra
                                          y les dijo: «No mur mu ren entre uste-
         Miren hacia él y que da rán res plan-  des. Nadie puede venir a mí, si no lo
       de cien tes, y sus ros tros no se aver gon-  atrae el Padre que me envió; y yo lo
       za rán. Este pobre hom bre invo có al   resu ci ta ré en el últi mo día. Está escri to
       Señor: él lo escu chó y lo salvó de sus   en el libro de los Profetas: Todos serán  37
       angus tias.                                                    R.  ins trui dos por Dios. Todo el que oyó al
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