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RASSINIER : La mentira de Ulises



                       detenidos en un campo previsto u organizado para el trabajo, y que desempeñaba además la
                       función de apartadero de ferrocarril ; desde allí se les enviaba a otros según las necesidades del
                       trabajo. Había un tercer tiempo para los delincuentes en trámite de internamiento: el envío
                       coma castigo a un campo generalmente en construcción, considerado como campo de
                       represalias, pero que una vez terminado se convertía a su vez en un campo ordinario.
                            Añado que a mi juicio el trabajo siempre ha estado previsto. Esto forma parte del
                       código internacional de la represión: en todos los países del mundo el Estado hace ganarse la
                       vida y sudar los beneficios a los que encarcela, salvo en algunas excepciones (régimen político
                       en las naciones democráticas, deportados de honor en los sistemas de dictadura). Lo contrario
                       no se concibe: una sociedad que tomase a su cargo a los que infringen sus leyes y la minan en
                       sus fundamentos, sería un absurdo. Sólo varían las condiciones del trabajo y el margen de
                       beneficios a obtener según se esté en libertad o internado.
                            En Alemania, se ha producido este caso particular de que ha sido preciso construir los
                       campos desde el prirnero hasta el último y de que además vino la guerra. Durante todo el
                       período de construcción se pudo creer que su única finalidad era hacer morir: se ha continuado
                       así durante la guerra e incluso se ha creído después. El engaño es tanto menos evidente porque
                       al hacer necesaria la guerra un número de campos cada vez mayor, el período de construcción
                       no se terminó nunca y porque ambas circunstancias, al superponerse en sus efectos, han
                       permitido mantener a sabiendas la confusión en las apariencias.


                                                  LA HÄFTLINGSFÜHRUNG  ( )
                                                                           1
                            Se sabe que la S.S. delegó en los detenidos la dirección y la administración de los
                       campos. Hay pues los Kapos  (jefes de los Kommandos), los Blockältester (jefes de bloque),
                       los Lagerschutz (policías), los Lagerältester (jefes de campo), etc., una burocracia que ejerce
                       de hecho toda la autoridad en el campo. También es una regla que forma parte del código de la
                       represión en todos

                       [181] los países del mundo. Si los presos en los cuales recaen todos estos puestos tuviesen la
                       menor noción de la solidaridad, el menor espíritu de clase, esta disposición intervendría en
                       todas partes como un factor de aligeramiento de la pena para el conjunto. Desgraciadamente,
                       nunca ha sucedido esto en ninguna parte: al tomar posesión del puesto que se le confía, el
                       preso designado cambia en todas partes de mentalidad y de clan. Es un fenómeno demasiado
                       conocido para que se insista en él y demasiado general para que se les impute solamente a los
                       alemanes o a los nazis. El error de David Rousset ha sido creer, o en todo caso hacer creer,
                       que en un campo de concentración podían ser las cosas de otra manera y que de hecho también
                       habían sucedido de otro modo --que los presos políticos eran de una especie superior a la
                       común de los hombres y que los imperativos a los cuales obedécían eran más nobles que las
                       leyes de la lucha individual por la vida.
                            Esto le ha llevado a sentar el principlo de que la burocracia de los campos al no poder
                       salvar a la masa tuvo el mérito de salvar la calidad al máximo:

                                     «Con la estrecha colaboración de un Kapo, se podrían crear majores
                               condiciones de vida incluso en el infierno.» (Página 166, nota marginal.)

                            Pero él no dice cómo se podría obtener la estrecha colaboración de un Kapo. Ni que
                       esta colaboración, ann cuando el Kapo  fuese un político, sólo excepcionalmente pudo ir más
                       allá del estadio de Ias relaciones individuales del patricio con el cliente. Ni tampoco que, en
                       consecuencia, sólo pudo beneficiar a un número ínfimo de presos.
                            Todo se encadena:
                                     «La detentación de estos puestos es pues de un interés capital, y la vida y la
                               muerte de muchos hombres depende de ella.» (Página 134.)

                            Entonces aquellos que los detentan se organizan, luego los que mejor se organizan
                       entre ellos son los comunistas, éstos hacen después verdaderos complots políticos contra la



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                         Dirección del campo por los propios detenidos (Véase la página 78).

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