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RASSINIER : La mentira de Ulises



                       Himmler, los informes cotidianos o semanales. El campo de la S.S. es pues, de hecho, el
                       administrador del otro. En los comienzos de los campos, durante el período de gestación , lo
                       administraba directamente;
                       [77] después y tan pronto como pudo, no administró más que por la interposición personal de
                       los propios detenidos. Podría creerse que este era por sadismo y, después, no ha faltado quien
                       lo haya dicho; pero este fue por economía de personal, y por la misma razón sucede en las
                       prisiones y en los presidios de todas las naciones. La S.S. no ha administrado y hecho reinar
                       el orden interior directamente más que en tanto que le fue imposible hacerlo de otro modo.
                       Nosotros no hemos conocido más que el gobierno de los campos por sí mismos. Todos los
                       viejos detenidos que han sufrido ambos métodos están unánimes en reconocer que el antigno
                       era en principio mejor y más humano, y si no lo fue de hecho, fue porque las circunstancias,
                       la necesidad de obrar de prisa, la precipitación de los acontecimientos, no lo permitieron. Yo
                       así lo creo: más vale habérselas con Dios que con sus santos.
                            Los de la S.S. no aseguran pues más que la guardia exterior y por así decirlo jamás se
                       les ve en el interior del campo, donde se contentan con pasar exigiendo el saludo de los
                       detenidos, el famoso: «Mützen ab». Están acompañados en esta guardia por una verdadera
                       compañía de perros maravillosamente adiestrados, siempre dispuestos a morder y capaces de ir
                       a buscar en unas decenas de kilómetros a un detenido que se hubiera podido evadir. Todas las
                       mañanas, los comandos que van a trabajar al exterior, a menudo cinco o seis kilómetros a pie
                       – cuando es preciso ir más lejos se utiliza el camión o el tren – van acompañados según su
                       importancia, por dos o cuatro de la S.S., con el arma al puño y teniendo cada uno sujeto un
                       perro abozalado. Esta guardia especial, que complota el encuadramiento por los Kapos, se
                       contenta con vigilar y no interviene en el trabajo más que en el caso de que sea precisa mano
                       dura, lo cual sucede rara vez.
                            Por la noche, tras el toque de silbato, mientras todos están en la formación por bloque,
                       los Blockfübrer se dirigen al bloque del que tienen la responsabilidad, cuentan los presentes y
                       se van para dar cuenta de ello. Durante esta operación, unos suboficiales circulan entre los
                       bloques y hacen respetar el silencio y la inmovilidad. Los Kapos, jefes de bloque y
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                       Lagerschutz,   les facilitan enormemente la tarea en este sentido. De vez en cuando, uno de la
                       S.S. se distingue del resto por su brutalidad, pero este sucede rara vez y, en todo caso, nunca
                       se muestra más inhumanos que los anteriormente citados.

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                            El problema de la Häftlingsführung, ( ) domina la vida de los campos de
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                       concentración, y la solución que se le dé condiciona su evolución en el sentido de lo peor o en
                       el de la humanización.
                            Al comienzo de todo campo, no hay Häftlingsführung: hay el primer convoy que llega
                       encuadrado por los de la S.S., que asumen por sí mismos todas las responsabilidades,
                       directamente y en su detalle. Lo mismo sigue hasta el segundo, tercero o cuarto. Esto puede
                       durer seis semanas, dos meses, seis meses, un año. Pero cuando el campo toma una cierta
                       extensión, al no ser extensible hasta el infinito el número de los de la S.S. que están
                       asignados a él, se ven obligados éstos a tomar entre los detenidos el personal complementario
                       preciso para la vigilancia y la organización.
                            Hay que haber pasado por la vida de los campos y asimilado su historia para
                       comprender bien este fenómeno y el aspecto que ha tomado durante su aplicación.
                            En el momento en que nacen los campos, en 1933, el estado de espíritu es tal en
                       Alemania que los adversarios del nacionalsocialismo son considerados como los peores
                       bandidos. De donde viene la facilidad con la que los nuevos amas lograron hacer admitir que
                       no había crímenes o delitos de derecho común y crímenes o delitos de derecho político, sino
                       simplemente crímenes y delitos. ¡Eran tan parecidos los unos a los otros, e incluso en algunos
                       casos había que hacer tan poco para volver los segundos más odiosos aparentemente que los
                       primerps, ante los ojos de una juventud fanatizada, enrolada en la S.S. y a la que le había sido


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                         Policías tomados entre los presos.
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                         Dirección del campo por los propios detenidos.

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