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¡El MIEDO!, MÁS PELIGROSO QUE EL
                                         VIRUS



                                                  Por: Md. Víctor Hugo Dueñas
                  Transcurría el mes de junio de 2020 en uno de los hospitales públicos
               de especialidades más grandes de la capital, en el que Gloria (nombre
               protegido) laboraba sin descanso como auxiliar de enfermería, cuya fun-
               ción era atender a los pacientes que se encontraban en el área específica
               de Covid-19, cumpliendo turnos de más de treinta horas, sin alimenta-
               ción por miedo a quitarse la mascarilla, y en momentos sin el equipo de
               protección personal necesario debido a la ausencia de esos insumos en
               dicho lugar.
                  ¿Por qué menciono todo esto sobre ella? Para entender las razones
               del por qué alguien podría exponerse a tal punto que pudiera llegar a
               infectarse de un virus del que se conoce muy poco, el cual ha demostrado
               ser fatal en determinados casos. Y la razón principal, aunque suene repe-
               titiva o incluso poética, es por la vocación de ayudar a aquellos que más
               lo necesitan. Para muchos, son desconocidas las labores de una auxiliar
               de enfermería; para otros, es un trabajo infravalorado. En cualquier ver-
               sión, quienes desempeñan esta actividad son los que tienen el contacto
               más cercano con los pacientes, se encargan de todos los procedimientos
               que por lo general no hacen médicos o enfermeras, tales como alimentar,
               asear, eliminar residuos de las sondas, entre muchas otras.
                  Mencionado lo anterior no resulta descabellado pensar en que tienen
               mayor riesgo de contagio, de cualquier enfermedad, no sólo de ésta, y es
               lo que a ella le sucedió. Después de meses de exposición y con las condi-
               ciones laborales antes mencionadas presentó síntomas leves como dolor
               de cabeza, tos, cansancio y debilidad. Sin embargo, dada la situación que
               experimentaba el hospital, por la interminable demanda, se vio obligada
               a seguir con sus actividades intrahospitalarias sin un diagnóstico defini-
               tivo, sin someterse a una prueba, solo con la sospecha de ser portadora.
                  Pasaron los días y el temor aumentó en relación proporcional res-
               pecto a los síntomas y su evolución, motivo por el que finalmente fue
               puesta en aislamiento y reposo, en su hogar. Vale aclarar que vivía en el
               mismo lugar junto a sus dos hermanos y sus respectivas familias, quienes
               también la aislaron junto a su esposo e hija en una de las dependencias
               lejanas, tipo departamento, de la misma casa o edificación. En ese con-
               texto, los tres se sometieron al hisopado nasofaríngeo, y tomó varias, e
               interminables semanas, conocer los resultados, lo cual generó compli-
               cados estados anímicos respecto a su salud, ella en especial, sumado al
               sinnúmero de testimonios negativos acerca del posible desenlace de las
               personas que padecían Covid-19.

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