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EN EL GRUPO COVID

Por: Md. David Verduga Garzón

Suena la alarma, es muy temprano. Hoy es día de guardia. Nos alis-
tamos para salir y en coro decimos “¡Chao, Luna!” para despedirnos de
la perrita. Un nuevo día de trabajo comienza.
Estoy por entrar a una nueva recepción de turno como miembro del
Grupo Covid. Generalmente, primero, se recibe las novedades de los
pisos de hospitalización, “Piso 8, 11 pacientes, 6 críticos. UCI responde
que no hay espacio físico. Se inicia trámite de derivación” expone mi
compañera. Respira, pausa, continúa: “Piso 7, 15 pacientes, 5 altas, 2
de ellos con oxígeno domiciliario”. El tiempo transcurre y yo escucho
atento cuántas camas están libres para los pacientes que se encuentran en
emergencia; anoto cada detalle. “Piso 6, 12 pacientes, 2 altas, 5 críticos”.
Ahora, el turno de emergencia: “Tuvimos 12 interconsultas, ingre-
samos 7 pacientes, están en espera de cama en piso, 5 pacientes se dieron
de alta, se tomaron 10 hisopados nasofaríngeos” indica el compañero a
cargo. “La guardia va a estar pesada”, pienso.
Tengo todo registrado, y es momento de escuchar las indicaciones del
médico tratante, quien dispone que dos residentes se encarguen del Piso
8 por su alta complejidad. “Te toca solo la emergencia, hoy el trabajo es
duro” me comenta el jefe. “Sí”, le contesto respirando profundo. “Nos
vemos a las 10:30 en el punto” completa, y sigue su camino.
El Grupo Covid se creó a inicios del año 2020 para dar atención a
pacientes con esta patología. Se lo contempló como una fuerza multi-
disciplinaria, con médicos de alto rango, acompañados de especialistas
en las áreas que esta enfermedad demanda, residentes con experiencia
y nosotros, un pequeño grupo residentes ansiosos por iniciar las labores
hospitalarias. Las tareas generales: diagnóstico, ingreso, tratamiento, cui-
dado y rehabilitación de pacientes sospechosos o confirmados.

El reloj marcaba las 10h00, así que era importante aprovechar esos
treinta minutos pendientes antes de ingresar al sitio donde se encuentran
los probables casos. Me dirigí al sexto piso ya que ahí se encuentran
nuestras oficinas, dotadas de cinco computadores, una para cada resi-
dente, y una gran mesa llena de papeles, pedidos, consentimientos. En
la habitación del frente, la residencia como tal, para descansar, si algún
momento eso es posible. Tomé mi equipo de protección y se que me to-
cará reutilizar algunos elementos; eso sí, estrenaré nueva mascarilla, más
suave y con mejores filtros. La conseguí a buen precio.
10h30 en punto ingreso a la sala luego de colocarme un esparadrapo
que servirá de colchón entre la flamante mascarilla y la piel de mi nariz,

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