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DE REFERENCIOLOGO A TRATANTE


                                                        Por: Md. Patricio Ayora

                  Era la hora de almuerzo y quienes estábamos en aquel restaurante
               veíamos consternados las noticias con relación a la llegada del nuevo
               virus al pueblo. Algunos no querían creerlo, desconfiaban de que aquello
               sea cierto, mientras otros como yo nos llenábamos de preocupación ante
               lo que podría suceder en el futuro. Me preguntaba cómo es que llegó tan
               rápido a estas tierras siendo su origen el otro lado del mundo. Bueno, los
               médicos tendríamos que enfrentar un enorme reto por venir.
                  Las calles se vaciaron y únicamente los animales tenían libre trán-
               sito. El confinamiento era una realidad, dentro de la que los únicos que
               podíamos movernos con libertad éramos los profesionales de la salud,
               usando mascarilla y saludándonos con temor, desde lejos.
                  La gran pregunta que nos hacíamos todos era cómo enfrentar algo
               desconocido, sin saber qué recetar al respecto o cómo proceder ante la
               urgencia de los casos para ganarle tiempo al tiempo. Es que en la facultad
               no nos prepararon para combatir a una gripe letal; a nadie en el mundo,
               por supuesto. Con las herramientas conocidas pudimos dar de alta, entre
               banderas y serenatas, a los primeros casos, que eran leves, hay que reco-
               nocerlo. Lo complicado aún no iniciaba, pero ya había indicios en el hori-
               zonte, mientras la economía se detenía. “¿Cómo es que una gripe extran-
               jera trastornaba todo lo que conocíamos?” La atención en primera línea
               jugaría un papel fundamental, mientras las oraciones del pueblo cada vez
               eran más sonoras, esperando la divina respuesta que no aparecía.
                  Con la curva de crecimiento en tendencia alcista, las defunciones se
               convirtieron en cosa de cada día, mientras aplicábamos los tratamientos
               empíricos derivados de algún estudio científico; es que la ola de contagio
               superó a toda realidad de la cotidianidad y sus conocimientos. Además,
               las  comorbilidades jugaban  un papel  importante  en  quienes  fallecían,
               dato que era importante tener en cuenta. De la misma manera, por simple
               observación, a los hombres afectaba más que a las mujeres. La muerte
               golpeaba la puerta de muchas familias durante el día mientras el sistema
               de salud colapsaba, y las farmacias no sabían cómo proceder en cuanto a
               la venta de medicamentos. Caos por donde se lo mire.

                  De nueve casos críticos, seis murieron, lo que arrojó otro importante
               hallazgo: la saturación de oxígeno disminuida, era directamente propor-
               cional a la muerte de quien lo padecía, lo que nos llevó a enfrentar el gran
               problema de no tener suficientes concentradores de oxígeno para todos
               los casos. En algo ayudaba el tratamiento esteroideo, lo propio la trom-
               boprofilaxis, pero era insuficiente.


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