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LA PANDEMIA DESDE EL PÁRAMO
Por: Md. Jimmy Villamarín Moncayo
Quiero empezar este relato, acerca de mi experiencia como médico
en esta pandemia, recalcando que me ha dejado muchas enseñanzas de
la mano de eventos buenos y malos, pero de todas maneras un enorme
aprendizaje para el ejercicio de la profesión a futuro. Es que ha sido una
sucesión de eventos que me han marcado la vida, lo cual me ha hecho
madurar y estoy seguro de que a Usted que lee estas líneas, también.
Esta enseñanza empieza a finales del 2019 cuando se escuchaba por
medios de comunicación internacionales y redes sociales, sobre la apa-
rición de un nuevo virus que estaba causando mucha muerte y dolor al
otro lado del mundo. Sonaba tan lejano que nadie imaginó que pronto
llegaría con fuerza al resto de continentes, especialmente a Sudamérica
y Ecuador. Sucedió, y al igual que todos, no supimos darle la atención
debida y nos sorprendió son la preparación adecuada para enfrentarlo.
El lugar en el que trabajo se encuentra ubicado en el norte ecuato-
riano; un lugar maravilloso, de paisajes únicos y hermosos, en el que
la temperatura a veces desciende hasta dos grados centígrados, dada la
cantidad de montañas y páramos que posee y para mí, al haber nacido en
la costa ecuatoriana, esto no ha sido un inconveniente para adaptarme. Es
un lugar majestuoso.
Dentro de este contexto lleno de vida, me encuentro trabajando cerca
de dos años en un establecimiento de salud de primer nivel, en la loca-
lidad, acompañado de Juan y Diana (nombres protegidos), con quienes
comparto el día a día del ejercicio profesional. No nos tocó trabajar en la
primera línea de combate al virus, y la verdad es que pasamos cautelosos,
casi tranquilos, respecto a esta pandemia mundial en nuestro puesto de
salud. De hecho, contamos solamente con un tanque de oxígeno para
transporte de pacientes que lo requieran; es decir, en nuestro centro sería
imposible atender pacientes con esta complicación.
Uno de los factores importantes para que el avance del virus no haya
sido como en otras localidades del país, es su lejanía, a cuatro horas de la
capital y hora y media de la frontera; por lo tanto, los niveles de contagio
fueron mínimos lo cual fue un gran alivio dado que el lugar cuenta con
una gran población denominada de alto riesgo y vulnerabilidad; es decir,
adultos mayores que viven arraigados a su hogar, terreno, espacio y no
han querido salir junto a sus hijos a las grandes ciudades. De hecho, al-
gunos viven en condiciones de abandono, pero ese es otro tema.
El lento avance de la pandemia en este mágico lugar corresponde
también al control realizado de parte de las autoridades y la propia res-
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