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la misma que ya está bastante maltratada y dejo lo que tengo en las manos
en una mesa destinada para el efecto. Las paredes están llenas de dibujos
infantiles y colores, ya que allí funcionaba la emergencia pediátrica, hoy
convertida en el área limpia para colocación del equipo de protección,
además del consultorio para valorar a los pacientes que vienen de inter-
consulta. Como era obvio, el médico tratante ya estaba allí, para pasar la
visita conmigo.
El proceso no puede fallar: primero la protección para los zapatos,
después el overol cerrado hasta arriba, a la altura del mentón; encima
de éste una bata quirúrgica. Dos pares de guantes y protector facial. La
noche anterior preparé el mío con jabón seco para que no se empañe al
exhalar. Listos, estamos cubiertos como corresponde, para adelante.
El área de emergencia del hospital, ante el intenso flujo de pacientes
con sospecha de Covid-19, quedo exclusivamente para brindar primera
atención a este tipo de pacientes a su máxima capacidad, el doble de una
guardia normal.
El Grupo COVID como servicio de interconsulta tenía a pacientes en
espera de camas, en las áreas distribuidas en los tres pisos enunciados
al inicio de este relato. Más adelante se habilitó el octavo piso con once
camas nuevas, de igual manea para aislamiento. En general, el hospital
triplicó su capacidad para dar atención a pacientes relacionados.
Pasamos visita a cada uno de los pacientes registrados en la bitácora,
hablamos con ellos, los examinamos, tomamos nota y continuamos. Te-
nemos pacientes desde bajos requerimientos de oxígeno, relativamente
jóvenes; hasta aquellos con necesidad de muy altos flujos de oxígeno,
adultos mayores en su mayoría.
“Tenemos 7 camas libres, Doctor” comento. “Sentémonos y miremos
qué pacientes cuentan con las condiciones para dar tratamiento en piso”
fue su respuesta, entonces en el consultorio hicimos el análisis de cada
caso, teniendo en cuenta dos variables, por la coyuntura: no podemos
hospitalizar a todos al no contar con las suficientes camas y tampoco a
los de mal pronóstico por el riesgo de complicación, al no haber espacio
en el área crítica. Es mejor mantenerlos en la emergencia donde se cuenta
con la capacidad de dar soporte a las complicaciones de la enfermedad.
Flujo y saturación de oxígeno, frecuencia respiratoria, edad, proba-
bilidad de supervivencia, son algunos de los parámetros en los que nos
basamos para poder ingresarlos. Ya tenemos los siete pacientes elegidos
y escribo sus nombres, el piso y la cama donde serán admitidos.
Nos preparamos para salir, y continuar con el proceso; en mi caso, en
el sexto piso para registrar las notas de actualización y el ingreso de cada
paciente. Entonces, con el mismo cuidado, debo quitarme el atuendo de
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