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exámenes, en esta batalla que debió afrontar solo. El caso de la madre no
               había variado.

                  Siempre he creído que cada uno de los niños presentes en el servicio
               están acompañados de sus ángeles quienes velan por su bienestar y sin
               duda el que estaba junto a él, hacía bien su trabajo. Fue tan mágico lo
               sucedido, entre esfuerzos médicos y cuidados de enfermería; incluso la
               solidaridad se hizo presente, ya que los padres de familia de los otros
               niños compartían cosas para que él pueda sentirse bien en medio de las
               circunstancias que lo rodeaban. Así, pasaron las semanas y él iba me-
               jorando, pasó de cuidados críticos a cuidados básicos, y nos emocionó
               saber que pese a tener su primer hisopado positivo, el segundo ya fue
               negativo, pero lo que no cambiaba era la ausencia de familiares. Seguía
               sin conocer a sus padres, entonces de alguna manera todos quienes con-
               formamos el área le hablábamos, le dimos cariño buscando que se sienta
               amado, lo abrazábamos y dábamos la leche suplementaria, y le decíamos
               que era un valiente y que faltaba poco para ir a casa. Considero que debió
               ser doloroso para sus padres haber planeado la llegada de este niño de
               una manera distinta a la que sucedió, terminando los tres separados en
               esta cruda realidad.
                  Trabajo social hizo todo lo que estuvo a su alcance para encontrar
               un familiar que pueda hacerse cargo, pero ninguno de los contactados
               estaba en posibilidad de hacerlo. Él, por su parte, reflejaba en su carita la
               necesidad del calor de hogar, de alguien cercano. Me partía el corazón el
               hecho de que estaba listo para recibir el alta sin que alguien viniera por él,
               puesto que su madre seguía en cuidados intensivos, pero el ángel volvió
               a actuar y el papá se comunicó para informar que vendría a recogerlo en
               dos días. La voz del hombre estaba cargada de una mezcla de nostalgia,
               impotencia y alegría.
                  Cuando llegó al servicio, el llanto fue inmediato e incontrolable. Un
               mes había transcurrido para que por fin este mágico e importante en-
               cuentro padre e hijo ocurra; mágico per sé, pero porque además la ex-
               presión facial del bebé se transformó por completo, denotando felicidad
               y paz. Estoy segura que la cercanía anuló la sensación de extrañar que
               tenía, y por eso el título de este relato. ¡Su casa lo esperaba luego de una
               enorme demostración de fortaleza y lucha ante la adversidad!

                  Y las buenas noticias siguieron en días siguientes, cuando nos ente-
               ramos que su madre había salido de cuidados intensivos, su situación
               era mejor con una veloz recuperación, con resultado negativo ya, pero
               todavía hospitalizada como correspondía. Además, había visto fotos de
               su hijo, lo cual se convirtió en el elemento que faltaba para animarse y
               salir pronto. Es la fuerza del amor, más allá de cualquier tinte romántico;
               es una realidad inobjetable.



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