Page 79 - Cuco
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Vimos lugares y monumentos fascinantes, pero todos, sin duda, nos quedamos sin palabras recordando el ``David´´, de
Miguel Ángel.
Últimos días, último destino. Venecia nos espera. Llegamos al puerto de Jesolo y nos montamos a bordo de un vaporetto
camino a Venecia. Allí la guía nos hace una ruta por los lugares más importantes, como la plaza de San Marcos o una fábrica
de cristal de Murano. Una vez más, nosotros no nos quedamos con una iglesia o con una estatua que parezca esculpida por
el mismísimo Dios, sino que siempre recordaremos la pesadilla que fueron las gaviotas y las palomas.
Terminamos nuestra visita y nos subimos al barco ``Calimero´´, que nos lleva de vuelta a Jesolo. Una vez allí, tenemos
nuestra última cena. Y podría haber sido realmente la última cena de nuestra vida, ya que a ninguno se le quedó un buen
recuerdo de ella.
En este último hotel, el Alla Rotonda, tenemos cientos de cosa que recordar: el recepcionista loco, la camarera
desagradable, las habitaciones que en lugar de tener tres camas tenían seis, el cazo, las croquetas que no eran croquetas y
los fantasmas que creíamos que vivían allí y no dejaban de atormentarnos.
A las doce de nuestra última mañana abandonamos el hotel y nos vamos al aeropuerto veneciano. Allí todo era muy distinto
a nuestro primer vuelo. Ya no éramos varios grupos, era tan solo uno.
Aterrizamos en Madrid y volvemos al mismo sitio que el primer día. Todos juntos recordamos los momentos que acabo de
redactar aquí, con cierta pena en nuestras voces, ya que la experiencia había acabado demasiado rápido, y nosotros nos
negábamos a ponerle fin.
Llegamos a Ranón, y de los muchos viajes en autobús que tuvimos a lo largo de la semana, este último, el que nos traía de
vuelta a Cangas, fue el mejor de todos. La risa reinaba en el vehículo y el momento fue mágico.
Se apaga el motor del autocar en la estación de Cangas. Nuestras familias están esperándonos. Nos bajamos del bus y
recogiendo las maletas nos regalamos miradas cómplices, sonrisas que hablan más que las palabras, abrazos de despedida
que contaban miles de historias. Termina nuestro viaje y a pesar de los buenos momentos vividos, nos quedamos tristes.
Un pedacito de nosotros se quedó en Italia y otro, en cada uno de nuestros compañeros.
Yo solo puedo decir que me hace muy feliz haber vivido esta experiencia con vosotros, haberos conocido mejor, descubrir
lugares nuevos, forjar nuevas amistades y reforzar algunas que creía en el olvido.
Así que, cuando nos volvamos a reunir todos, quiero que brindemos por lo vivido y por lo que nos queda por vivir, por los
amigos, por el Limoncello, por las maletas que pierden las llaves, por las pizzas de un metro y porque nos duremos los unos
a los otros toda la vida.
¡Y porque nos sintonicen el canal Cielo en Cangas! ¡MUCHAS GRACIAS CHICOS!
Elsa Menéndez Fernández. 1º de Bachillerato
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