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afirma que toda acción pedagógica está destinada a "​reproducir la arbitrariedad cultural de las

clases dominantes o de las clases dominadas"​ y así se fueron internalizando y naturalizando las

normas y los mandatos.}

“ La fuerza de la matriz escolar funcionó bajo el manto de temor que imponían las generaciones

adultas sobre las jóvenes. A su paso limitaron el deseo de aprender de los alumnos. Desconoció

sus voluntades, sus intereses, sus senderos personales mientras se iniciaba en ellos el mundo de

las ciencias, las artes y la cultura. Estandarizó todo lo que podía salir de los alumnos para

simplificar el proceso; utilizó exámenes que regularon el saber a fuerza de memorizarlo”. ​Rivas

(2017)

“La tarea de educar se transformó en un acto de fabricar mismidades y allí se detuvo, satisfecha

de sí misma; estableció un orden, una jerarquía de sumas y restas, de sujetos y predicados, de

Historia e historias, de exclusión y de inclusión, de ángeles y réprobos”.​diría ​Skliar​ (2002)

En los períodos democráticos la escuela como institución gozó de mayor libertad, pero esto no

fue suficiente para revertir la cultura instalada a través de la obediencia y el sometimiento,​ “en

toda América Latina, el miedo, a veces sumergido, a veces visible, alimenta y justifica el poder.

Y el poder tiene raíces más profundas y estructuras más duraderas que los gobiernos que entran

y salen al ritmo de las elecciones​” ​Galeano​ (2012)

El autoritarismo, a través del ​miedo​ reprodujo un sistema desigual de oportunidades y derechos,

a la vez que vació el acto de aprender de placeres, risas, preguntas, rupturas de pensamiento, y

espacios de reflexión. Es importante reconocer esto para poder revalorizar y recuperar la risa en

las aulas ya que ​“El humor es el fruto de una civilización que ha evolucionado, una de las

formas más elevadas de la vida social. Por su naturaleza, la risa es democrática y el humor es

un antídoto contra el dogmatismo y la violencia. Su gran fuerza crítica la convierte en un

poderoso instrumento de progreso y de cultura.”​ ​Muñiz Hernández​ (1998)

El desafío que se nos presenta es reconocer las huellas del pasado en el presente y generar

dispositivos comunitarios que hagan de la escuela un verdadero espacio de diálogo, creación,

construcción y reconstrucción de la sociedad, donde aprender sea un acto de liberación,

creatividad y regocijo.