Page 39 - Libro Polotitlán
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Aguas provenientes de los bosques de Jilotepec y de una serie de ma-
nantiales alimentan desde antes de la llegada de los españoles, de
manera continua, al río San Juan. Éste atraviesa de un extremo a
otro al municipio de Polotitlán, siendo junto con el Camino Real
los dos ejes donde se sostiene la vida de este municipio, por lo que
me puse a buscar información sobre la fuente que actualmente lo
alimenta, la presa de Huapango, encontrando quién construyó su
dique y por quién fue financiado.
Boletín del Archivo Histórico del Agua
Año 4 número 10, mayo agosto 1997
La presa de Huapango y la reglamentación de las aguas del río San Juan.
Investigado por Rocío Gamíño Ochoa
El 13 de julio de 1910 el Secretario de Fomento, Colonización e Industria solicita al Archivo
General y Público de la Nación, antecedentes de la edificación de la presa de Huapango en
Arroyozarco, su dimensiones y la distribución de sus aguas.
Lo importante de este “apunte” es que nos da noticia sobre los usuarios del río San Juan des-
de 1565. De estas aguas se beneficiaban en 1591, las haciendas de Arroyozarco y Huapango,
propiedades de Pedro Quezada. De esta hacienda existe una gran lista de dueños, entre los que
destacaban, a principios del siglo XVIII, los carmelitas de San Ángel y de la Ciudad de México,
así como las misiones de California, también registra detalladamente sus colindancias.
En 1712 se asientan las diligencias llevadas a cabo para la composición de tierras y aguas del
pueblo de San Juan del Río, con límites, extensiones, haciendas, labores, estancias de ganado,
casas y huertas de españoles. En esas diligencias uno de los testigos declara: “que San Juan del
Río, ha gozado de toda el agua que nace en los bosques de Jilotepec, en virtud de los títulos
firmados por el virrey Don Luis de Velasco, donde constaban las dimensiones y linderos de
San Juan del Rio”.
En el siglo XVII cuando Nueva España estaba dividida por reinos, San Juan y Arroyozarco
pertenecían al Reino de México de la Nueva España, por otro lado luce injusto que las
haciendas y poblaciones del estado de México no tuvieran derecho sobre sus aguas por el
hecho de que un Virrey hubiera concedido dichos derechos. Actualmente supongo que
hay una corrección al respecto.
Seguramente, para utilizar mejor las aguas mansas y “bravías” del río, se ordenó la construc-
ción de una presa que garantizara la dotación, inclusive en tiempo de secas. El expediente
contiene una larga transcripción del informe que hace el maestro en el arte de arquitectura y
agrimensor de la Real Audiencia José del Mazo y Avilés, a quien se le encargó la construcción
de la presa Huapango, proyectada en el sitio conocido como “sabana guapango”, donde tam-
bién brotaban manantiales de agua cristalina.
Imagen desde un globo que permite observar cómo co-
rren paralelos el río San Juan o Arroyozarco y el canal de
Cazadero donde son desviadas sus aguas regularmente
para regar tierras más altas, al norte de Polotitlán.
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