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Durante la batalla, los
cristianos usaron
cañones. El humo lo
inundaba todo y el
paisaje entero era de
desolación. Cadáveres
tirados por el suelo hasta
donde alcanzaba la vista
y edificios derrumbados
por los cañonazos. Hasta
el mismo Constantino
salió a luchar y también
murió.

Después de la batalla, con todo en desolado, los turcos colgaron su media luna en la
catedral y arrancaron de allí la cruz cristiana.

Mohamed sabía que ya había acabado todo, que de momento no habrá más batallas
ni muertes. Que el imperio bizantino había caído. Sabía que era el principio de una
nueva era para su pueblo.