Page 44 - Guía Metodológica Vocacional XXIII
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nunca lo había siquiera considerado, fue relativamente fácil decirle sí
a Jesús y aceptar su propuesta, pues desde siempre lo amé mucho y
sabía que podía confiar plenamente en Él.
“Apoyo de mi familia”
¿Sintió el apoyo de su familia o se presentaron algunos obstáculos?
Un primer obstáculo al descubrir y aceptar mi vocación al
sacerdocio fue armarme de valor para comunicar a mi familia lo que
me acababa de suceder y lo que había decidido. Sabía que no sería
fácil, sobre todo con mi madre, pues soy su primer hijo y también el
más unido a ella. De hecho, no pude contar inicialmente con el apoyo
total de mi núcleo familiar, ni tampoco con el de algunos primos
cercanos. A mi madre, en particular, este cambio en mi vida le generó
un dolor muy profundo durante los primeros meses, hasta que poco a
poco ella se fue haciendo a la idea, sobre todo al verme feliz y muy
decidido.
“Mi vocación acompañada”
¿Quiénes influyeron y acompañaron pastoralmente su vocación?
En los primeros tiempos me dejé ayudar por un sacerdote
agustino de mi colegio secundario y por una religiosa compasionista
de mi escuela primaria. Era para mí una enorme novedad y necesitaba
pautas serias y confiables, pues literalmente estaba comenzando todo
de cero.
“Aquí estoy, Señor”
¿Qué fue lo determinante para decir “Aquí estoy Señor”?
Pienso que cualquier persona que pudiera reconocer en su vida
el singular llamado del Señor, no tendría dificultad en decir “sí” o
“aquí estoy, Señor”. La vocación, en tal sentido, es una experiencia
de Dios que cada quien debe saber discernir y agradecer. En tal
sentido, para mí no fue difícil hacerlo, pues desde el inicio me sentí
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