Page 45 - Guía Metodológica Vocacional XXIII
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envuelto por la misericordia de Dios y su llamado se me hizo algo
realmente inmerecido y por demás privilegiado.
“Mi etapa de formación”
¿Qué situaciones afianzaron la unión íntima y fecunda con Jesús
en su etapa de formación?
Durante mi formación inicial me resultó de inmejorable ayuda
el ser acompañado y orientado por sacerdotes “a la antigua”, incluso
por uno que otro que era muy apasionado por Jesucristo, lo cual me
llenaba de mucho entusiasmo. Al entrar al seminario dejé mi celular y
otros distractores en casa de mi familia; pero lo que más me costó fue
el alejamiento de algunas amistades, pues siempre fui muy
“amiguero”. En el seminario se rezaba mucho, muchísimo, y lo
hacíamos de manera bastante metódica y ordenada. Se cantaba
también mucho; había mucho tiempo para Dios. Considero que recibí
desde el inicio una muy esmerada formación tradicional, acompañada
de una muy cuidadosa vida sacramental. Ello, a la larga, es lo que me
ha mantenido a flote y siempre animado en estos últimos 22 años.
“Fidelidad a Cristo”
¿Qué le ayuda a permanecer fiel a Cristo
en los momentos difíciles?
Desde muy niño se me inculcó un profundo amor y cariño a
Dios y a la Virgen María; al final del camino de cada día siempre
vuelvo a ellos. Con el paso de los años me ha inspirado mucho la vida
y el ejemplo de algunos santos como San Martín de Porres, San
Felipe Neri, San Luis Gonzaga, Santa María Magdalena, entre otros.
También me ha resultado de mucha iluminación el ejemplo de vida y
las bellas actitudes de algunos sacerdotes y religiosas que he
conocido. No obstante mi enorme fragilidad, de alguna u otra manera
busco siempre cuidar mi vida espiritual y sacramental: confesarme
con frecuencia, celebrar la Misa y los demás sacramentos con cariño
y alegría. El combate espiritual me hace reconocer que Dios nunca
me ha dejado solo ni se ha avergonzado de mi pequeñez y mis caídas.
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