Page 94 - En El Patio
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Arlette Pichardo Muñiz
El actuar de la persona, en forma “natural” en agrupaciones y asociaciones en su cercanía geográfica, empieza a trasladarse a la intermediación de instituciones como el Estado y la burocracia instalada para tal fin (Weber, 2014/1922). Leáse, por ejemplo: la acción administrativa institucionalizada tanto en el capitalismo como en el socialismo, y el control de la economía mediante la libertad de acción del mercado autorregulador o el influjo de la planificación económica centralizada.
No es de extrañar la ausencia de la historia y la geografía en la enseñanza de la Política Social y otras políticas.
La ruptura con el pasado y la preeminencia del presente
La separación del tiempo obviamente que tiende a manifestarse en una ruptura con el pasado, espacio por excelencia para “esconder” a la tradición que se busca superar (o incluso “negar”). La preeminencia del presente emerge como un rasgo característico o distintivo de la estética de la modernidad.
“Lo nuevo”, factor distintivo que marca la liberación de los preceptos y las prácticas establecidas. La “novedad” arropa a la tradición, lo que deviene en una conciencia a-histórica, abriendo una zanja insalvable. El tiempo atrapado en el «hoy» que coloca el pasado en el olvido y tiende a ocultar la fuerza de los vínculos débiles (Granovetter, 1973). El tiempo pasado se busca desaparecer y por su intermedio también el paso de la historia.
La disociación entre el ámbito doméstico y la esfera pública
Por su lado, la separación del espacio acompasa cambios de “lugar”, en el sentido de ubicación física y también de desarraigo cultural. Las relaciones primarias basadas en núcleos familiares y en la vecindad entran en conflicto con la polis (la ciudad).
El ámbito doméstico, por antítesis, tiende a circunscribirse a la persona y su unidad familiar, el espacio físico de su vivienda y sus alrededores, las relaciones sociales de parentesco, afinidad y amistad.
La vida cotidiana se empieza a descalificar como modo de ser/existir/vivir. E
l punto que ese “hilo conductor para conocer la sociedad” como le llama Lefebvre (1981, p. 41) pasa al olvido y con él las huellas de ese autor en el
estudio de la vida cotidiana (Lefebvre 1972/1947, 1961 y 19819.
historia (Heller, 1985), el ámbito íntimo (Béjar, 1995/1968), el espacio de las vivencias diarias,
interna sustancial mediante la que sucede el día a día del ser que la posee, en la que se
l espejo de la
repletas de significados, intereses y estrategias (Goffman, 1993/1959), la fuerza o actividad
entremezclan: “lo íntimo, la sensibilidad, la sociabilidad, los afectos y la indagación de las
representaciones sociales del amor, la pareja, la niñez, la sexualidad, la familia, el honor o el
gusto” (Ariès y Duby, 1992/1987). A
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