Page 443 - Marketing Farmaceútico | Gregorio Zidar
P. 443
atención y esfuerzos en producir insulina más pura para responder a la búsqueda de un mejor medicamento por parte de especialistas, endocrinólogos y clínicos.
Las innovaciones en la tecnología de purificación habían mejorado drástica- mente para comienzos de los 80. El gigante danés ya había creado una copia de insulina químicamente exacta a la humana. Mientras que la pureza de la insu- lina fuera el parámetro más importante por el que batallaban las corporaciones, poco se podía avanzar en esa dirección y la convergencia competitiva estaba sucediendo rápidamente.
Sin embargo, Novo Nordisk vio que podía alejarse de sus adversarios al cam- biar el foco duradero de la industria en los médicos por los pacientes mismos. La compañía encontró que la administración de la insulina, que se suministraba a las personas diabéticas en ampolletas, presentaba desafíos significativos. NovoPen, lanzada al mercado en 1985, fue la puerta de ingreso al océano azul Esta fue la primera “lapicera” para administración de insulina fácil de usar ya que se diseñó de modo que evitara las molestias. Los pacientes podían llevar la lapicera con ellos y aplicarse insulina con facilidad, sin la complicación de las jeringas y las agujas.
NovoPen y los sistemas posteriores de administración arrasaron con el seg- mento de la diabetes. Para dominar el océano azul que había desatado, Novo Nordisk siguió con la introducción de NovoLet en 1989, una lapicera desechable precargada para la inyección de insulina con un sistema de dosificación que proporcionaba a los usuarios aún más ventajas y facilidad de uso. Y en 1999 lanzó Innovo, un sistema de administración con una memoria electrónica in- tegrada y en cartuchos.
Debe haber pocos casos en la historia de la industria de la salud donde la forma farmacéutica fuese tan o más importante que su contenido (siempre desde la mirada y la magia del marketing). Tiempo atrás, el paciente diabético no sólo debía aplicarse una inyección todos los días, sino que debía cargar los cartuchos de insulina en el dispositivo. Hacerlo a diario era engorroso, molesto y a veces doloroso (los primeros dispositivos de la empresa poseían agujas grandes). Ser un paciente insulinodependiente era una carga física y emocional, casi un estigma. La empresa danesa entendió esta problemática e invirtió tiempo y recursos, aprovechando su economía de escala mundial, para desarrollar una lapicera moderna y práctica (con una imperceptible aguja y prellenada con el principio activo, lo cual la convirtió en descartable).
443