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Pasaron los años y el rey seguía sin aparecer. Aquella pequeña princesa ya
era toda una señorita, amada por todo el reino. Un día al castillo llegó un
apuesto príncipe, que había escuchado hablar de la belleza de la princesa y
sobre todo de su noble corazón.
Sólo bastó mirarse los dos y sus corazones saltaron de emoción. Pasaban los
días y el romance de los príncipes crecía, al punto que decidieron casarse.
Aunque la princesa estaba muy feliz no podía olvidar a su perdido padre y
quería encontrarlo para que estuviera en su boda.
El príncipe al ver a su amada tan triste decidió ir a buscar al rey el mismo.
Llegó al pueblo vecino y ahí lo encontró y aunque aún no recordaba que él
era el rey, cuando el príncipe le enseñó una foto de la princesa supo que se
trataba de su hija y recordó todo con gran alegría, ya que ella era igualita a su
madre.
El príncipe lo llevó al palacio y la princesa al verlo sólo pudo correr a sus brazos
y llorar de alegría.
Días después los príncipes se casaron y ella pudo cumplir su sueño de que su
padre perdido estuviera junto a ella el día de su boda.
"Se noble y persiste en tus sueños y los verás realizados.
– Laura Cabrera V.
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