Page 33 - Auge y caída del antiguo Egipto
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definitorio de este período, es la ideología de la realeza divina. La promulgación
de la creencia en un monarca con autoridad divina representó el logro más
significativo de los primeros gobernantes de Egipto. Esta se incardinó tan
profundamente en la conciencia egipcia que seguiría siendo la única forma de
gobierno aceptable durante los tres mil años siguientes. Aunque solo sea por su
longevidad, pues, puede considerarse el más grande de todos los sistemas
políticos y religiosos que ha conocido el mundo. Y se expresó a través del arte,
la escritura, los ceremoniales y, sobre todo, la arquitectura, proporcionando tanto
la inspiración como la justificación de las enormes tumbas reales.
Los funcionarios que sirvieron al rey y cuyo genio administrativo construyó
las pirámides dejaron también sus propios monumentos, sus sepulcros
suntuosamente decorados, como testimonio de la sofisticación y los recursos de
la corte. Pero el gobierno de la realeza tenía también un lado oscuro. La
apropiación de tierras, el trabajo forzado o el escaso aprecio por la vida humana
fueron características de la Era de las Pirámides tanto como su grandiosa
arquitectura. La explotación implacable de los recursos naturales y humanos de
Egipto fue un requisito previo para poder lograr las grandes ambiciones del
Estado, y preparó asimismo el terreno para los siguientes siglos de gobierno
faraónico. Mientras los reyes gobernaban por derecho divino, los derechos de
sus súbditos les interesaban bien poco. Y ese sería un tema constante en la
historia del antiguo Egipto.