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«Entraremos en tu tumba con este aspecto». La visión roja del ángel: rūzbihān baqlī, rilke, paradžanov 157
y un lenguaje del exceso comparable. Tanto el diarium spirituale de Rūzbihān, relato biográf-
ico y hagiográf co extraordinario, como la f lmografía de Paradžanov, llena de referencias
simbólicas, entre otras, a la tradición persa y al Islam, y surcada, como el diario espiritual del
místico persa, de experiencias visionarias extraordinarias, se muestran como elevadas obras
de auto-revelación. Entre ambos autores encontramos al célebre poeta Rainer Maria Rilke,
en cuya obra, como es sobradamente conocido, el ángel constituye una f gura simbólica cap-
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ital . Fijamos nuestra atención en dos de sus poemas visionarios en los que la visión del rojo,
como en Rūzbihān y Paradžanov, va unida a la f gura del ángel. En sus estancias en Madrid
y Toledo el poeta pudo admirar la obra de El Greco, pintor por el que sentía gran devoción.
En la ruci ión del museo del Prado los ángeles recogen la sangre que el cuerpo de Cristo
crucif cado vierte de las manos, del costado y de los pies: experiencia visionaria que Rilke
escribe en una descripción del cuadro. Rilke volverá una y otra vez a contemplar la sunción
de El Greco del museo de San Vicente, donde un ángel ingrávido convierte en una misma
y continua realidad el ramo de rosas que rozan sus pies y la túnica celeste de la Virgen que
alcanzan sus manos. La iconografía cristiana ha perpetuado el tema de la regeneración espir-
itual por la sangre de Cristo representando matas de rosas fecundadas por la sangre que f uye
de las heridas del Salvador en la escena de la crucif xión. Rilke vive en Suiza desde 1919,
«en el primoroso cantón de Valais (Wallis) […] en un pequeño castillo del siglo XIII […] en
absoluta soledad, dedicado al trabajo y a las rosas de mi reducido jardín».
En una carta ( rie echsel 1914-1921, Leipzig, 1938, p. 94) Rilke compara el interior de la
rosa (este espacio que como él dice en otra poesía de su selección en francés dedicada a la
Flor, «sans cesse se caresse») con una morada angélica. En «la gran unidad» habitan los Ánge-
les; habitan esta dimensión u-tópica que une-divide el ser-allí y el más allá. La rosa es símbolo
de esta dimensión; su completud es como la memoria «de esta gran unidad» (consciente,
«v lig be usst» llama, sin embargo, Rilke al interior de la rosa) . Entre todos los objetos, la
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6 Para una visión general sobre el tema del ángel en el Islam véanse: M. Cacciari, El ngel necesario,
Madrid: Visor, 1989; H. Corbin (et al.), L nge et l homme, París: Albin Michel (Cahiers de l’Her-
métisme), 1978; id., vicena el relato visionario. Estudio sobre el ciclo de los relatos avicenianos, Barcelona:
Paidós, 1995; id., El hombre su ángel. niciación caballer a espiritual, Barcelona: Destino, 1995; P. A.
Eichler, ie schinn, eu el und Engel im oran, Leipzig: Klein, 1928; W. Eickmann, ie ngelologie und
monologie des orans im ergleich zu der Engel und eisterlehre der eiligen chri t, Nueva York; Leipzig:
Paul Eger, 1908; S. Murata, «The Angels», en S. H. Nasr (ed.), slamic piritualit : oundations, Nueva
York: Crossroad, 1987, pp. 324-44; Šihāb al-Dīn Yaḥyā Suhrawardī, El encuentro con el ángel. res relatos
visionarios comentados anotados por enr orbin, Madrid: Trotta, 2002. Para una guía elemental sobre
la iconología del ángel, c . J. Jiménez, El ángel ca do. La imagen art stica del ángel en el mundo moderno, Bar-
celona: Anagrama, 1982; P. Lamborn Wilson, ngels, Londres; Nueva York: Thames and Hudson;
Pantheon Books, 1980; F. Saxl, La vida de las imágenes. Estudios iconográ cos sobre el arte occidental, Madrid:
Alianza, 1989.
7 . H. Imhof, ilkes ott . . . ilkes ottesbild als piegelung des nbe ussten, Heidelberg, 1983, pp. 371 ss.