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190 Antoni Gonzalo Carbó | El Azufre Rojo VIII (2020), 153-199. | ISSN: 2341-1368
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ción tolerable para los semitas de la idea cristiana de un culto del “Sagrado Corazón”.»
Reencontramos aquí la paradoja de la purif cación del místico por medio de la ablución con
«sangre pura», el «testimonio de la sangre» del Amor Puro que –según Ḥallāǧ– es el signo
de la adopción espiritual divina (nasab rūḥānī). En este pasaje de Rūzbihān parece clara la
inf uencia del mártir de Ṭūs (ib., pp. 654-5).
La sangre (ár. dam; per. ḫūn) es un símbolo muy importante en la espiritualidad islámica
(árabe, persa o turca) . Realizar la Nada en el yo y fuera del yo, es hacia lo que tiende la
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experiencia mística de Ḥallāǧ, celebrando al mismo tiempo la identidad del ser y del Ser, la
unión del amante y del Amado, la absorción del yo por el Tú. En la mística de Ḥallāǧ la san-
gre (al-dam) no es sólo el testimonio del hombre, sino también el «heraldo de la verdad divi-
na»: «Allāh fī damī», «Dios está en mi sangre», o también «Dios os ha vuelto mi sangre lícita;
inmoladme pues», después de haber declarado al tribunal, sin embargo, que su sangre era
ilícita. Puesto que Dios habita en la sangre (= el espíritu que no puede ser destruido, según
toda la tradición semítica, y que Dios preservará entre los espíritus de los mártires) del cora-
zón (= el templo, hākūl = ka‘ba) de su cuerpo, el místico acepta ser inmolado y quemado: «Mi
sangre es lícita (damī ḥalāl)», a diferencia de la sangre derramada (dam masfūḥ, que es canóni-
camente impura), «Mi sangre es inviolable (damī ḥarām)… Dios responde de mi sangre (Allāh
fī damī)». «Toda la tradición semítica atesta que la Sangre vital está vinculada con el Espíritu
Vivif cante; que la infusión del Espíritu (rūḥ) no es manif esto más que por la efusión de la sangre
del corazón; y que, paralelamente, el secreto del alma carnal (nafs) sólo es reconocido por la
efusión de las lágrimas santas, ante la Lanzada.» «Aunque la sangre, sobre todo la sangre
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derramada (dam masfūḥ), sea impura en Islam, la sangre de los mártires es pura; el estudio de
la leyenda ḥallāǧiana es muy instructiva a este respecto: su sangre ahí deviene no únicamente
testimonio sino heraldo de la Verdad divina. En el texto de más arriba [la Qiṣṣat al-Ḥallāǧ,
n.º 13], el corazón, herido de una herida de amor, sangra para expresar silenciosamente un
deseo de Dios que la Ley prohíbe pronunciar a los labios del místico.» 108
En su vasta monografía sobre Ḥallāǧ, el gran islamólogo francés Louis Massignon es más
explícito al analizar el sentido de la imagen simbólica del rostro untado con sangre:
105 L. Massignon, «Le “Cœur” (Al-Qalb)…», o.c., p. 433.
106 Cf. A. Schimmel, The Triumphal Sun. A Study of the Works of Jalāloddin Rumi, Londres; La Haya: Fine
Books; East-West Publications, 1978, índice s.v. «blood».
107 L. Massignon, «Le “Cœur” (Al-Qalb)…», o.c., p. 429. Algunas cofradías de Marruecos harían sus
abluciones con la sangre de los animales degollados en el curso de los sacrif cios. Cf. É. Dermenghem,
Le culte des saints dans l’islam maghrébin, París: Gallimard, 1954.
108 L. Massignon, ib., p. 433.