Page 114 - ¿Y si quedamos como amigos?
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está guapo.
Sonreí al recordar a quién se refería.
—Ya sé de quién hablas. ¡Es superchistoso! ¿Te acuerdas del episodio en el que
Floyd se queda encerrado en el gimnasio de la escuela con él?
Me eché a reír acordándome de la imitación que hacía Levi de Buggy cuando se
asomaba al gimnasio y decía: “Que me cuelguen si esperaba encontrarte aquí; no estás
muy en forma que digamos”.
—Yo qué sé —la morena volvió a ignorarme.
En aquel momento reconocí la sensación que había empezado a invadirme desde
hacía un tiempo. Adoraba Dingle. Me encantaba estar con mis abuelos. Y todo el mundo
(exceptuando a los presentes) se había mostrado cálido y acogedor. Sin embargo,
aquélla no era mi casa. Aquellas personas no eran mis amigos.
A decir verdad, lo que más me preocupaba era Levi. Lo extrañaba. Había empezado
a añorarlo cuando todavía estaba en casa, cuando aún íbamos a la escuela. Quería
tenerlo a mi lado. Le habría encantado Dingle, aquella playa, aquellas preciosas vistas.
Por desgracia, no estaba allí.
Liam se acercó con una sonrisa de resignación.
—¿Lista para volver a casa?
Sí, sí, estaba lista.
De camino a casa de mis abuelos, Liam me reveló los detalles de su relación con
Siobhan. Se conocían desde la infancia y formaban parte de un grupo de amigos tan
estrecho como cabría esperar en un pueblo tan pequeño como aquél. Un día empezaron
a salir. Ahora no se hablaban. Liam ni siquiera soportaba estar en la misma playa que
ella.
Aquello me dio mucho que pensar. Y casi todos mis pensamientos giraban en torno a
Levi. Tenía que hablar con él. Asegurarme de que seguíamos siendo amigos. De que,
cuando regresara a casa, podríamos estar juntos en la misma habitación.
Afortunadamente, mis abuelos habían salido, así que me metí en mi recámara en
cuanto Liam me dejó en casa y llamé a Levi por la laptop. Hice cálculos y supuse que,
con suerte, estaría llegando a casa tras el entrenamiento matutino. A la tercera señal, me
empezó a temblar la pierna.
Mentalmente, repetía una y otra vez: “Por favor, que Levi esté en casa. Por favor, que
Levi esté en casa”.
La pantalla se iluminó y vi el torso desnudo de Levi delante de mí.
—Este… ¿Hola? —pregunté.
Noté un cosquilleo en las mejillas, provocado por la visión de aquel cuerpo.
—¡Hola! —se ciñó la toalla a la cintura—. Lo siento, acabo de bañarme.
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