Page 180 - ¿Y si quedamos como amigos?
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CAPÍTULO DIECIOCHO
Conozco a Macallan desde hace tanto tiempo que me cuesta muy poco intuir lo que pasa
por su cabeza. Por ejemplo, aquella noche, cuando salió corriendo de mi recámara,
supe que estaba aterrada.
No teme a muchas cosas. Es una de las personas más fuertes que he conocido en mi
vida. Y no me refiero al tipo de fuerza que se mide por las repeticiones que haces en la
banca.
Hablo de valor. De ser capaz de defender tu postura. De no importarte lo que la gente
piense de ti.
Y, sin embargo, algo la asustaba. Si se había largado corriendo y no me había
respondido con una broma, seguro que tenía sus motivos.
Pero ¿cuáles? Yo no estaba del todo seguro.
O, más bien, no quería hacerme ilusiones.
—¡California! —Keith me dio unas palmaditas en el hombro—. Avísame si te caes
en la pista de baile. Ya sabes que cuando empiezo a moverme, pierdo el norte.
—Gracias —musité.
—¿Qué le pasa? —le preguntó a Stacey.
Ella se encogió de hombros. Yo sabía que debería mostrar más entusiasmo, por ella.
Sabía que debería estar haciendo muchas cosas.
Mirando a las personas que me rodeaban, pensé en lo mucho que había soñado con
aquel momento. Tener un grupo de amigos. Formar parte de la élite. Ser uno de los
mejores atletas.
Por fin tenía lo que quería.
Ahora, no obstante, sabía que querer y necesitar son dos cosas completamente
distintas.
No estaba obligado a elegir entre Macallan y aquella vida. Ya lo sabía. Pero sí tenía
una elección pendiente: quedarme allí e ignorar algo muy importante para mí o ir en
busca de Macallan y confesarle lo que sentía. Y obligarla a escucharme. Era consciente
del riesgo. Había muchas posibilidades de que ella saliera corriendo y pasara el último
curso de secundaria en una estación espacial internacional.
Sin embargo, cuando la invité a asistir conmigo al baile, se quedó callada. Ella sabía
que mi pregunta implicaba algo más. Y no se había rehusado. Se había quedado callada
y, ante aquel silencio, yo supe que quizá, sólo quizá, ella sentía lo mismo que yo.
Tenía que dejar de engañarme a mí mismo e ir a buscar lo que quería. Lo que
necesitaba.
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