Page 182 - ¿Y si quedamos como amigos?
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             —¿Te llevo a casa? —quiso saber.
             —La verdad es que necesito hablar con Macallan. ¿Sabes si está en su casa?
             Negó con la cabeza y arrancó el auto.
             —Sólo hay un modo de averiguarlo.

             Gracias a Dios, Adam guardó silencio durante el breve trayecto. Cuando detuvo el
          vehículo, advertimos que la luz brillaba en la sala. Adam me ayudó a salir y luego abrió
          la puerta con su propia llave.
             —¿Macallan? —gritó. Me latía el corazón a toda velocidad.

             Nadie respondió.
             Volví a marcarle a su celular y lo oí sonar. Seguí el ruido hasta la mesa de la cocina,
          donde yacía olvidado.
             Adam se reunió conmigo en la cocina.

             —Arriba no está. Miré en el armario y su abrigo no está. ¿Quieres que llame a su
          padre? Esta noche trabaja hasta tarde.
             —No.
             Lo último que quería hacer ahora mismo era llamar al señor Dietz para decirle que

          Macallan había desaparecido.
             Todo  el  mundo  estaba  en  el  baile,  así  que  no  podía  haber  quedado  con  Danielle.
          Dondequiera que se encontrara, había acudido sola. A lo mejor había salido a dar un
          paseo para pensar.

             De repente, supe dónde buscar.
             —Adam, ¿me puedes llevar al parque Riverside?

          No soportaba la idea de quedarme sola en casa mientras todo el mundo se divertía en el
          baile.  No era la primera noche del sábado que pasaba sola, pero, por alguna razón,

          aquel día en concreto la soledad me hacía sentir fatal.
             La razón era Levi.
             Tenía que ordenar mis ideas, así que fui a dar un paseo. No me sirvió de nada. Pensé
          que  estaba  caminando  al  azar,  doblando  una  esquina  aquí,  un  recodo  allá,  pero  de

          repente me sorprendí a mí misma delante del parque Riverside.
             Me  senté  en  un  columpio  y  empecé  a  darme  impulso.  Lejos  de  consolarme,  el
          movimiento me hizo sentir aún peor. Me sentía más sola que nunca en aquel columpio,
          sin que Levi estuviera allí para empujarme.

             Siempre me he sentido un poco sola cuando no lo tengo cerca.
             Al principio, cuando lo oí avanzar renqueando, pensé que la mente me jugaba una
          mala  pasada.  Supuse  que,  como  tenía  tantas  ganas  de  verlo,  estaba  sufriendo  una
          alucinación auditiva.

             Y entonces oí su voz.


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