Page 48 - ¿Y si quedamos como amigos?
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             Aparté la nieve que cubría la piedra.
             —Hola —dijo Levi con suavidad.
             —Ven a sentarte —saqué una cobija y la extendí sobre el suelo frío—. Quería traerte
          aquí para hablarte un poco de mi mamá.

             Me temblaba la voz. Tal como me temía. Me costaba mucho hablar de mi mamá sin
          ponerme triste. Pero el psicólogo al que visité después de su muerte me dijo que era
          importante que hablara de ella. Que compartiera mis recuerdos con otras personas.
             Ojalá Levi hubiera conocido a mi mamá. Se habrían llevado de maravilla.

             —Ella… —empecé a decir, pero se me saltaron las lágrimas.
             —No pasa nada —me tranquilizó Levi—. No lo hagas si te cuesta demasiado.
             —Quiero hacerlo.
             —¿Empiezo yo? —preguntó—. Hola, señora Dietz, soy Levi. Estoy seguro de que

          Macallan  le  ha  contado  un  montón  de  cosas  sobre  mí. Y,  bueno,  nada  es  verdad,  a
          menos que le haya dicho que soy alucinante.
             Se me escapó una risita de gratitud.
             —Sí, la conocí el primer día de clases y debería haber visto lo bien que me trató. He

          visto fotos suyas en su casa y sé lo mucho que se parece a usted. Y, ejem, es una alumna
          sobresaliente.  Casi  da  coraje  lo  lista  que  es  —me  miró  preocupado—.  ¿Te  parece
          bien?
             Me encantó que mantuviera una conversación con mi mamá como si ella estuviera

          presente.
             —Sí, genial.
             —Bien,  pues,  o  sea,  cuando  la  conocí,  pensé  que  le  había  caído  fatal.  Verá,  yo
          llevaba el pelo largo y estoy seguro de que me tomó por un hippy o algo así. Pero luego

          descubrió que nos gustaba la misma serie, Buggy y Floyd —alzó la vista—. ¿Sabe de
          qué estoy hablando?
             Asentí. Me alegré mucho de que usara el tiempo presente al hablar de mi mamá.
             —Sí, y a partir de ese momento como que conectamos. Es la única persona que se ha

          esforzado al máximo por hacerme sentir en casa. Así que, gracias, señora Dietz, por
          haber educado a su hija como lo hizo. Me habría encantado conocerla, pero supongo
          que, en cierto modo, ha sido así. A través de Macallan. Y, para que lo sepa, haré cuanto
          esté  en  mis  manos  por  protegerla.  Y  ella  podrá  contar  conmigo  siempre  que  me

          necesite. Aunque tenga un gusto pésimo respecto a equipos de futbol.
             —¡Eh! —le propiné un manotazo—. Mi mamá es superfán de los Packers. Sólo te
          toma el pelo, mamá.
             Levi me agarró la mano sin quitarse el guante.

             —¿Te parece bien que bromee?
             —Sí, ella siempre está bromeando.


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