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promiso del Dios de la Alianza, con         2º LEC TU RA
        Israel y con todos los pueblos. Ese es   Lectura de la pri me ra carta
        el Dios que se encarna, el que hace   del após tol san Pablo a los cris tia nos
        justicia. Que es más que dar a cada    de Tesalónica 3, 12—4, 2
        uno lo que le pertenece. Esa idea es
        algo pobre para el Dios de Jesucris-  Hermanos:
        to. Significa mucho más: Dios levan-  Que el Señor los haga cre cer cada
        ta al oprimido; hace valer al que no   vez más en el amor mutuo y hacia to-
        vale, porque a Él todos los seres hu-  dos los demás, seme jan te al que noso-
        manos le importan como hijos; hace   tros tene mos por uste des. Que él for ta-
        abajarse al que se ha levantado has-  lez ca sus cora zo nes en la san ti dad y los
        ta las nubes sin valer, apoyándose en   haga irre pro cha bles delan te de Dios,
        un poder que no le pertenece. Ese   nues tro Padre, el Día de la Venida del
        proyecto y ese compromiso divino,   Señor Jesús con todos sus san tos. Por
        sin embargo, no se imponen por la   lo demás, her ma nos, les roga mos y les
        fuerza, como hacen los poderosos   exhor ta mos en el Señor Jesús, que vi-
        de este mundo con sus estrategias,   van con for me a lo que han apren di do
        sino que se nos llama a considerarlo   de noso tros sobre la mane ra de com-
        como una espera y esperanza para   por tar se para agra dar a Dios. De he-
        convertirnos a Él. Así podemos pre-  cho, uste des ya viven así: hagan mayo-
        cisar el primer paso del Adviento: la   res pro gre sos toda vía. Ya cono cen las
        conversión al Dios de una justicia
        prodigiosa. Y la conversión es mu-  ins truc cio nes que les he dado en nom-
        cho más que hacer penitencia; es un   bre del Señor Jesús.
        cambio de mentalidad, un cambio
        de rumbo en nuestra existencia, un   Palabra de Dios.
        cambio de valores. Porque cuando
        se cambian los valores de nuestra             ALELUIA
        vida, transformamos nuestra forma             Sal 84, 8
        de ser, de vivir y de actuar.
                                             Aleluia. ¡Manifiéstanos, Señor, tu mi-
                                          se ri cor dia y danos tu sal va ción! Aleluia.
                   SALMO
        Sal 24, 4-5a 8-9. 10 y 14 (R.: 1b)           EVANGELIO
                                          Evan ge lio de nues tro Señor Jesu cris to
       R. A ti, Señor, elevo mi alma.       se gún san Lucas 21, 25-28. 34-36
         Muéstrame, Señor, tus cami nos,
       ensé ña me tus sen de ros. Guíame por el   Jesús dijo a sus dis cí pu los:
       cami no de tu fide li dad; ensé ña me, por-  «Habrá seña les en el sol, en la luna y
       que tú eres mi Dios y mi sal va dor.      R.  en las estre llas; y en la tie rra, los pue-
                                          blos se rán presa de la angus tia ante
         El Señor es bon da do so y recto: por   el rugi do del mar y la vio len cia de las
       eso mues tra el cami no a los extra via-  olas. Los hom bres des fa lle ce rán de
       dos; él guía a los humil des para que   miedo por lo que sobre ven drá al mun-
       obren rec ta men te y ense ña su cami no   do, por que los astros se con mo ve rán.
       a los pobres.                                       R.  En tonces se verá al Hijo del hom bre ve-
         Todos los sen de ros del Señor son   nir sobre una nube, lleno de poder y de
       amor y fide li dad, para los que obser van   glo ria. Cuan do comien ce a suce der es-
       los pre cep tos de su alian za. El Señor   to, ten gan áni mo y levan ten la cabe za,
       da su amis tad a los que lo temen y les   por que está por lle gar les la libe ra ción.»  7
       hace cono cer su alian za.                     R.  Tengan cui da do de no dejar se atur dir
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