Page 106 - Debate anti-utopico
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                  definitivamente a Siles exigiendo el recorte de su mandato por un año y
                  condicionando todo apoyo a favor de la oposición Acción Democrática
                  Nacionalista (ADN)-MNR, solamente para convertir a Jaime Paz en
                  candidato presidencial en 1985. Eid y Jaime Paz constituyeron una dupla
                  cuya nulidad moral está por demás comprobada, pues estaban dispuestos
                  a comerciar con la credulidad popular hasta conseguir lo que deseaban.
                  Jamás aportaron nada a la historia de reformas o revoluciones del país,
                  sino un arsenal de doctrina socialdemócrata inservible y operaciones
                  políticas favorables a una cúpula inconsecuente.
                     La hazaña de Oscar Eid fue convertir en presidente a Paz Zamora en
                  1989, aun a pesar de que su candidatura obtuviera un pobre tercer lugar.
                  Desde aquel momento no se dijo nada sobre los viejos postulados para
                  transformar la sociedad boliviana. Paz Zamora prosiguió con el Decreto
                  Supremo 21060 durante su gobierno y nos recordó que el no poder hacer
                  nada es lo más apropiado para aplastar toda utopía de izquierda revolu-
                  cionaria en el sentido tradicional: romper con las instituciones imperantes
                  para instaurar un nuevo tipo de régimen político (Peñaranda, 2015). El
                  MIR podía aliarse con cualquier cosa mientras los electores estén atarea-
                  dos en buscar consuelo sin tener tiempo ni ganas para sopesar la historia
                  y las acciones de los partidos o las posiciones de izquierda (Brockmann
                  & Aparicio, 2012).
                     Como explicaría el filósofo rumano Ciorán, todos, finalmente, se
                  resignan a las durezas o a las estupideces de las mentiras políticas; espe-
                  ran, sin saber, que la esperanza es una virtud de los esclavos. Entretanto,
                  Oscar Eid permaneció agazapado detrás el partido, burlándose del pasado
                  y siempre dispuesto a traicionar el testamento de una generación que no
                  temía mostrar que la política era el arte de aprovecharse de los hombres,
                  haciendo creer que se los sirve.
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