Page 138 - libro de los detalles plasticos en el arte romanico.Fernando Ezquerra Lapreta
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Se trata de una pintura mural, datada a finales del siglo XI, en el templo de San
Pietro al Monte, en Civate, la Lombardía italiana.
Sin embargo, lo interesante no reside en la edificación de la muralla de cierre
de la ciudad y las doce puertas sino en la presencia de la Maiestas Dómini.
De hecho, los principales tratados comentan que se trata de un fresco que
representa a la Jerusalén celestial. En esta iconografía, el protagonismo iconográfico
particularmente complejo lo ocupa la Maiestas Dómini. Se trata de Cristo sentado
sobre el globo del universo. A sus pies, el Agnus Dei, el Cordero Místico. Debajo de él 18
fluye un río que se divide inmediatamente en cuatro brazos. Mientras, a su alrededor,
las paredes de la ciudad. Son un total de doce puertas abiertas en las que se ven las
cabezas de ángeles, como en el relato del Apocalipsis. La escena continúa en el
crucero en el que se representa la alegoría los cuatro ríos del Edén.
Y es que, precisamente, del Edén se tiene que hablar. Junto a la Maiestas
Dómini, hay representados únicamente dos árboles. Con este detalle plástico, se
produce la ampliación del texto bíblico a través de la utilización de un determinado
pensamiento teológico.
Todo este contexto de la unión del Paraíso terrenal con la idea de la Jerusalén
celeste y la presencia plástica, únicamente, de dos árboles conduce a conceptos
teológicos como el siguiente:
“En el mismo Paraíso, el citado Teólogo, el gran Gregorio expone que hay dos árboles,
de los que uno –como él dice- tiene el nombre de “Todo” y el nombre del otro es
“Mezclado”.... Por tanto, ninguno de los que siguen la doctrina del citado Teólogo
piense que en el Edén hay muchos árboles de diversas formas y frutos diversos como
si fuera una selva copiosa, plantada de multitud de árboles, sino que solo había
dos: "Todo" y, el otro, "Mezclado"....
El Todo árbol es el Verbo y la Sabiduría del Padre, nuestro señor Jesucristo... Así pues,
queda que hablemos del “Mezclado”, esto es del árbol del conocimiento del bien y del
mal”.” (Juan Escoto Eriúgena, Periphyseon)
Y, claro, por eso, el pensamiento se expresa de una determinada manera y reproduce
ideas que se acaban explicando a través de nuevas ideas:
“Así pues, Cristo es nuestra epifanía –esto es, nuestra aparición y nuestra
manifestación. En efecto, aunque son tres las sustancias del Bien sumo, una sola de
ellas se nos apareció en Cristo Hombre –esto es, en el Verbo encarnado- y se hizo
comprensible a los sentidos corpóreos. Así es: nadie ha visto al Padre, ni al Espíritu
Santo en unidad de sustancia con la criatura.” (Juan Escoto Eriúgena, Periphyseon)