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127,..:.LOS GRAN-DES HOMBRES

sólo le faltaba.apoderarse de Da-río, si queda
consolidarse en el trono de Asia.
Sabedor de que el fugitivo monarca persa
se había refugiado en la Media, se apresuró
Alejandro a avanzar en aquella direcci6n con
la mayor presteza que le fuera posible, lle-
vando solamente consigo las tropas ligeras
que pudieran seguirle sin entorpecer su ver-
,tiginosa carrera. Tan rápida fué ésta que en
doce días se hallaba ya Alejandro en la Me-
dia, mas, con tan mala suerte para sus de-
signios, que, cinco días antes, había salido de
allí el rey persa llevando seis mil infantes y
tres mil cahallÓs consigo. Mas ya sabemos
c6mo Alejandro no retrocedía jamás eµ sus
deseos. Con la caballería de los Amigos, pues,
y una pequeña parte de la falange, sigui6 la
persecución !de Darío.
Esta persecuci6n fué de veras funesta para
las tropas de Alejandro. Muchos soldados
quedaban por el camino, enfermos de fatiga,
y otros tenían que a iban donar a !'iUS caballos,
moribundos, y seguir a pie el rÚdo camino.
De este modo atravesaron multitud de paí-
ses, que se fueron rindiendo al poder de Ale-
janidro, que ya perdía casi la esperania de:-