Page 13 - Los Vinet para libro
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Con respecto a los partos, la abuela Naty ayudada por el abuelo Alfredo,
en algunos se atendió sola, y en otras ocasiones la asistían algunas
señoras de campos vecinos a las que llamaban “matronas”, Amandina
destaca los nombres de doña María Oses, Rosario Macías y María
Villarreal.
Según Amandina, su mamá no enfermaba nunca, gracias a Dios y a la
gran fortaleza que tenía, al igual que su padre. A los hijos los curaba ella,
con yuyos, pecina de avestruz, ventosas, cataplasma de lino y en caso de
golpes o fracturas los entablillaba. Siempre tenía un precario botiquín con
pastillas Balda, Yodo, alcohol.
Pero fallecieron en el lugar dos niñitos, uno de un año y otro de 3 años.
También una jovencita de 19 años, que recibió atención médica en Perito
Moreno y allí falleció y otra adolescente de 13 años que también fue
asistida en el Hospital de San Julián donde falleció. En los cuatro casos
Amandina desconoce las causas de su muerte.
Relata que, en una oportunidad, su papá había salido al campo y el caballo
lo tiró golpeando fuertemente una rodilla contra una piedra, resultado, se
fracturó la rótula. Se encontraba lejos de la casa, pero como pudo montó
su caballo y llegó con un dolor insoportable. Natividad le proporcionó los
primeros auxilios, pero se le complicaron las cosas, asique mandó a avisar
a uno de sus hijos mayores que estaba trabajando de policía en Lago
Posadas y con la camioneta de la comisaría lo trasladaron a San Julián,
acompañándolo Natividad y a través de una cirugía le solucionaron el
problema. Debieron permanecer allí por un mes.
Como los hermanos mayores andaban trabajando por los campos,
Amandina, con sus apenas 13 o 14 años quedó a cargo del hogar y
lógicamente de sus hermanitos, siendo en esa oportunidad el menor
Pedro. Ella hacia todas las tareas, pero se le complicaba la cosa cuando
se acababa la carne y tenían que faenar un capón. Una mañana entre
todos los hermanos decidieron correr los animales tratando de agarrar
uno, lo lograron, pero y ¿quién lo faenaba?, en esa disyuntiva estaban
cuando comenzaron a ladrar los perros y a lo lejos vieron que venía un
gaucho, era el vecino Toledo, les solucionó el problema y tuvieron carne
para varios días. Al enterarse el hombre que estaban solitos, venía cada
tanto a verlos por si necesitaban algo.
También relata que cuando enfermó su hermana Fredeswinda, sus padres
la llevaron a Perito Moreno y permanecieron allí hasta que la joven falleció.
Amandina tendría por ese entonces 15 años y nuevamente debió asumir la
atención del hogar y de sus hermanitos, pero en esa oportunidad estaba su
hermano mayor, Marciano, que la ayudaba mucho.
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