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 sujeto del lenguaje y de la lalengua, es decir al sujeto en sus dos vertientes como sujeto del significante y como sujeto del goce.
La pregunta por la formación del analista ha sido un tema que me ha acompañado durante toda mi relación con el psicoanálisis, tiempo en el que he transitado por diversos dispositivos, además, por supuesto, del propio análisis, del control y de los seminarios, destaco el Cartel y la Presentación de Enfermos, este último como experiencia, como experiencia que comporta un punto de encuentro, un cruce entre el psicoanálisis en intensión y extensión y entre el saber supuesto y el saber expuesto.
En intensión, es una práctica que pone al psicoanalista que realiza la entrevista en el banquillo, y en este sentido es también una instancia política, en tanto queda expuesto el hacer de ese analista con ese paciente en particular, en la contingencia de lo que es un solo encuentro.
En este sentido, es una entrevista que pone a cielo abierto cómo su práctica se apoya sobre su propia formación analitica, es decir se conjuga por un lado su experiencia como analizante y por otro lado su praxis como analista, en ambas a partir de lo que no se sabe, pivote que orienta la experiencia.
Es una experiencia analítica, entendida subjetiva como la concibe Lacan, una progresión dialéctica entre el sujeto, la verdad y el saber (5), tanto para el que entrevista como para los que asisten, que tal como lo dice Miller en Enseñanzas de la Presentación de Enfermos: “Enseñanza, Lacan no profesa ninguna en ese lugar. Lo que se aprende, se capta al vuelo, de la boca de uno o de otro, y nunca se está demasiado seguro de asir algo con la mano, o nada” (6) cita que, a mi modo de ver, muestra que tendría como efecto una transmisión, no una enseñanza, es decir, una transmisión en tanto tendría un efecto de transformación subjetiva en el que participa, donde cada uno obtiene su propia experiencia de la verdad en relación con el saber y el goce, lo que cristaliza como efectos de formación en transferencia.
En el cruce con la extensión, estaríamos frente al psicoanálisis que se proyecta en el campo institucional, donde el analista se ubica como un éxtimo que puede aportar una mirada distinta sobre el paciente y su tratamiento, así como participar de un espacio en el que los funcionarios del hospital pueden acercarse al psicoanálisis y a sus aportes sobre la clínica y posible tratamiento, desde una lógica diferente a la de la psiquiatría.
J.A. MIller (7)sitúa la práctica de la Presentación de Enfermos en el Instituto,(sección clínica), en tanto en él se profesa un saber expuesto, puntualizando que en la Presentación de Enfermos no se trataría del saber supuesto, saber que es propio en la Escuela y necesario en un análisis, situación que confiere a la relación entre Escuela y Sección clínica una relación problemática. Es una disyunción para el analista practicante, entre saber expuesto y saber supuesto, sin embargo, como Miller plantea el problema, hay que tratar que el psicoanalista no se ahogue en el saber supuesto!
Pienso que el binomio saber expuesto/saber supuesto, se pone en juego de manera importante en esta práctica, debido a que en la Entrevista misma el analista que entrevista está en una posición de saber supuesto, de no saber, de dejarse enseñar por los dichos del paciente que es quien sabe, dejarse enseñar cómo se las ha arreglado con su goce, en una “posición sumisa a la subjetividad del paciente” como señalé antes, pero en el segundo momento, de conversación, es necesario que apueste con “algo” de un saber expuesto, pero abierto a



























































































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