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EXEQUIOR
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            Muchos no lo saben, pero en nuestro mundo, existen cosas que van mucho más allá de
         nuestra imaginación. Esto me sucedió mientras investigaba un hecho que me llamó la atención.
         Disculpen, no me he presentado todavía; soy Ricardo Grynn, un simple empleado de una
         empresa la cual en realidad no tiene importancia, poco sociable y alejado de mí única familia,
         mis padres, pero con un hobbie algo peculiar: buscar y coleccionar noticias extrañas, y fue con
         eso, que todo comenzó.
            Un día tranquilo en la oficina, mientras Tim, un compañero energético, siempre traía a mi
         cubículo el diario matutino. Como ya conoce de mi hobbie y le parece entretenido, también solía
         compartir las noticias que yo recopilaba con él. Era jueves recuerdo, un jueves de abril, y en el
         diario de todos los días me di con esta noticia: “un jóven, Marcus Lovehill, sin parientes o
         amigos, es reportado desaparecido por los vecinos dejando en su hogar un montón de cenizas
         y todo en su lugar”. La guardé, pues un caso raro suponía, si bien no llamó lo suficiente mi
         atención al comienzo, comenzaron a aparecer muchas más de ellas; en la siguiente semana
         eran 2, la próxima ya eran 4, dejaron de ser noticias extrañas y el patrón era evidente, algo más
         grande estaba sucediendo, por lo que empecé a revisar diarios no solo de mi comunidad,
         buscando en muchas otras localidades y regiones encontrando una enormidad de
         desapariciones de este tipo. Me empecé a obsesionar con el tema, y pensaba como es que la
         policía o nadie averiguaba que es lo que estaba sucediendo, o capaz ya lo sabían y no querían
         revelarlo al público. Tanta era mi intriga, que al mejor estilo de detective comencé con mi propia
         investigación en los tiempos libres. Comencé con el primer caso, Marcus, fui hasta el barrio de
          donde era y al llegar a su casa, abandonada y sin custodia o nadie siquiera cerca, me acerqué
         hacia el patio trasero y me sorprendí al darme cuenta  de que la puerta ni siquiera estaba con
         llave por lo que decidí entrar, ya adentro me puse a revisar todo lo que pude. Su casa era
         enorme, en unos suburbios de gente que parecía tener bastante dinero, no sé a qué se dedicaba
         Marcus pero no parecía tener un mal pasar económico. Lo primero que noté es que todo parecía
         muy antiguo, como venido de otra época: en la sala un televisor de los 80’, una computadora
         Commodore 64 e inclusive un teléfono de fax. Sin duda, algo que llamó totalmente mi atención
         puesto que quien vivía en el domicilio era alguien de 27 años que aparentaba haber estado
         congelado en el tiempo desde los 80’. Al salir del lugar, era el momento de interrogar a los
         vecinos, haciéndome pasar por un periodista intenté hallar algo más de información sobre
         Marcus Lovehill, todos repetían lo mismo: “amable pero callado, siempre saludaba por las
         mañanas cuando iba a comprar víveres, nadie sabía a qué se dedicaba, pero siempre tenía
         extremo cuidado con su jardín, un poco extraño ya que vivía en una casa enorme él solo”. Con
         el jardín marchitado, y la televisión en máximo volumen durante días, su vecina de enfrente fue
         quien realizó la denuncia a la policía. Ya de regreso en mi casa, no comprendía que fue lo que
         sucedió y todo me parecía demasiado extraño, por lo que intente revisar más noticias locales.
         Fue entonces que mi cabeza estalló al encontrar dos casos más; dos mujeres diferentes,
         jóvenes, en casas diferentes, solitarias, sin familia y con una casa también llena de muebles y
         electrodomésticos totalmente fuera de época también estaban desaparecidas. Ya encontraba un
         patrón en las desapariciones pero no podía comprender el motivo.
            Ya fuera de foco en mi trabajo, y metido totalmente en mi investigación, no dormía hace días y
         no podía dejar de darle vueltas, unir cabos y pistas que no llevaban a ningún lado. Por más que
         buscaba y buscaba, no había información alguna de las víctimas aparte de la noticia que
         reportaban su desaparición. Había algo que estaba pasando por alto y necesitaba saber que era,
         entonces regrese al comienzo: la casa Marcus, la primera de la lista. Llegué al vecindario de
         noche, para disimular la irrupción al domicilio, que por más abandonado que estuviese seguía
         siendo ilegal. Increíblemente todo seguía allí, intacto, intente ver las cosas de otra manera, lo
         único que habían encontrado fueron cenizas en la cama. Busqué todo lo posible alrededor de la
         cama y encontré la pista que buscaba, grabado levemente, demasiado levemente en el respaldo
         de la cama: “Exequior”; como llevé mi smartphone busqué la palabra pero nada relevante salió
         más que su significado: una especie de camino o seguimiento en la muerte, una especie de
         funeral o testamento. ¿Qué podía hacer con esa palabra? Fue entonces que se me ocurrió la
         brillante idea de ingresar a su computadora. Como no había electricidad en la casa, decidí
         llevarmelá, llamé a un taxi e hice como si todo fuera mío, bastante asustado ya que
         técnicamente estaba robando una computadora de una casa ajena. Ya tranquilo en mi casa la
         conecté y como era obvio, pedía contraseña para ingresar… Exequior, ni más ni menos. Al
         ingresar, me topé con un extraño sistema, nunca había utilizado una computadora tan antigua.
         Luego de una intensa búsqueda durante toda la noche encontré un archivo del mismo nombre,
         “Exequior”:
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