Page 137 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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decrecer: sobre el segundo anillo sienta a Mercurio y le devuelve las maquinaciones,

  el engaño y la picardía; sobre el tercer anillo sienta a Venus y le devuelve los deseos y
  las  pasiones;  sobre  el  cuarto  anillo  sienta  al  Sol  y  a  este  Señor  le  devuelve  las

  ambiciones; sobre el quinto anillo sienta a Marte y a él le devuelve la impetuosidad y

  el  atrevimiento  irreverente;  sobre  el  sexto  anillo  sienta  a  Júpiter  y  le  devuelve  el

  sentido de acumulación y las riquezas, y sobre el séptimo anillo sienta a Saturno, a la
  Puerta del Caos, y le devuelve la falsedad y la conspiración maléfica.

       »A continuación, después de deshacerse de todas las acumulaciones de los siete

  Anillos, el alma llega a la Octava Esfera, es decir, el anillo de las estrellas fijas, donde,

  liberada de toda ilusión, mora en la Luz y entona loas al Padre con una voz que solo
  los puros de espíritu pueden comprender. Fíjate, Hermes, que en la Octava Esfera hay

  un gran misterio, porque la Vía Láctea es el semillero de las almas, que desde allí caen

  en los Anillos, y a ella regresan otra vez desde las ruedas de Saturno. Pero algunas no
  pueden subir la escalera de siete peldaños de los Anillos, de modo que deambulan por

  la oscuridad inferior y son arrastradas a la eternidad con la ilusión de los sentidos y la

  practicidad.
       »El  camino  hacia  la  inmortalidad  es  difícil  y  solo  unos  pocos  lo  encuentran.  El

  resto aguarda el Gran Día en que las ruedas del universo se detengan y las chispas

  inmortales huyan de la vaina de la sustancia. Pobres de los que esperan, porque deben

  volver a regresar, inconscientes y sin saberlo, al semillero de las estrellas y aguardar
  un nuevo comienzo. Los que se salven gracias a la luz del misterio que te he revelado,

  oh, Hermes, y que ahora te pido que instaures entre los hombres, volverán una vez

  más al Padre que habita en la Luz Blanca y se entregarán a la Luz y serán absorbidos

  por la Luz y en Ella se convertirán en Poderes divinos. Este es el Camino del Bien y
  solo se revela a los que tienen sabiduría.

       »Bendito  seas,  oh,  Hijo  de  la  Luz,  a  quien,  de  entre  todos  los  hombres,  yo,

  Poimandres, la Luz del Mundo, me he revelado. Te ordeno que sigas adelante, que te
  conviertas en guía para aquellos que deambulan en la oscuridad, para que todos los

  hombres en los que habite el espíritu de Mi Mente (la Mente Universal) se salven por

  medio de Mi Mente en ti, que invocará a Mi Mente en ellos. Establece Mis Misterios y

  ellos no fracasarán en la tierra, porque soy la Mente de los Misterios y, mientras la
  Mente no falle —esto no ocurre nunca—, mis Misterios no pueden fallar».



       Con  estas  palabras  de  despedida,  Poimandres,  radiante  de  luz  celestial,  se

  desvaneció,  mezclándose  con  los  poderes  de  los  cielos.  Elevando  los  ojos  al

  firmamento,  Hermes  bendijo  al  Padre  de  Todas  las  Cosas  y  consagró  su  vida  al
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