Page 136 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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el Padre de todas las cosas está hecho de Vida y Luz y lo mismo ocurre con los
hombres”. Por consiguiente, quien aprenda y comprenda la naturaleza de la Vida y la
Luz pasará a la eternidad de la Vida y la Luz».
A continuación, Hermes preguntó por el camino que seguían los sabios para llegar
a la Vida eterna y Poimandres continuó: «Dejad que el hombre dotado de Mente tome
nota, analice y aprenda por sí mismo y, con el poder de su Mente, se separe de su
no-yo y se vuelva esclavo de la Realidad».
Hermes preguntó si no todos los hombres tenían Mente y el Gran Dragón
respondió: «Ten cuidado con lo que dices, porque yo soy la Mente: el Maestro Eterno.
Yo soy el Padre de la Palabra, el Redentor de todos los hombres, y en la naturaleza del
sabio la Palabra se hace carne. Por medio de la Palabra, el mundo se salva. Yo, el
Pensamiento (Thot) [31] , el Padre de la Palabra, la Mente, solo acudo a los hombres
que son santos y buenos, puros y misericordiosos y llevan una vida piadosa y
religiosa; mi presencia les sirve de inspiración y de ayuda, porque cuando llego,
enseguida saben todas las cosas y adoran al Padre Universal. Antes de morir, estos
sabios y misericordiosos aprenden a renunciar a sus sentidos sabiendo que estos son
los enemigos de su alma inmortal.
»No permitiré que los maléficos sentidos controlen el cuerpo de aquellos que me
aman ni tampoco que alberguen emociones malignas ni malos pensamientos Me
convierto en portero o cancerbero y no dejo entrar el mal y así protejo a los sabios de
su propia naturaleza inferior. Sin embargo, no acudo a los perversos, los envidiosos ni
los codiciosos, porque ellos no pueden entender los misterios de la Mente; por
consiguiente, no les resulto grato. Los dejo con los demonios vengadores que ellos
fabrican en su propia alma, porque el mal aumenta todos los días y atormenta más al
hombre y cada mala acción se suma a las malas acciones previas hasta que finalmente
el mal se destruye a sí mismo. El castigo del deseo es el suplicio de la insatisfacción».
Hermes agachó la cabeza en señal de agradecimiento al Gran Dragón que tanto le
había enseñado y le suplicó que siguiera hablando sobre lo supremo del alma humana,
de modo que Poimandres resumió: «En el momento de la muerte, el cuerpo material
del hombre regresa a los elementos de los que procede y el hombre divino invisible
asciende a la fuente de la que procede, es decir, la Octava Esfera. El mal se traslada a
la morada del demonio, mientras que los sentidos, los sentimientos, los deseos y las
pasiones del cuerpo regresan a su origen, es decir, los Siete Gobernadores, cuya
naturaleza en el hombre inferior destruye, pero en el hombre espiritual invisible da
vida.
»Cuando la naturaleza inferior ha vuelto a la brutalidad, la superior se esfuerza
otra vez por recuperar su espiritualidad. Escala los siete Anillos sobre los cuales están
sentados los Siete Gobernadores y devuelve a cada uno sus poderes inferiores de esta
manera: sobre el primer anillo deposita la Luna y le devuelve la capacidad de crecer y