Page 133 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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la  Palabra  se  manifestaban  las  cosas  invisibles  La  Mente  Divina  —el  Dragón—

  prosiguió su discurso:



            «Antes de que se formara el universo visible, se fabricó un molde, llamado
       Arquetipo y dicho Arquetipo estaba en la Mente Suprema mucho antes de que

       comenzara  el  proceso  de  la  creación.  Observando  los  Arquetipos,  la  Mente

       Suprema  quedó  prendada  de  sus  propios  pensamientos,  de  modo  que,

       tomando la Palabra como un martillo poderoso, fue abriendo cavernas en el
       espacio primigenio y reproduciendo la forma de las esferas en el molde del

       Arquetipo  y,  al  mismo  tiempo,  sembró  en  los  cuerpos  recién  creados  las

       semillas  de  las  cosas  vivas  La  oscuridad  inferior,  al  recibir  el  martillo  de  la
       Palabra, se convirtió en un universo ordenado. Los elementos se separaron en

       niveles y en cada uno surgieron criaturas vivas. El Ser Supremo —la Mente—,

       masculino y femenino, produjo la Palabra y la Palabra, suspendida entre la Luz
       y  la  oscuridad,  se  expresó  en  otra  Mente,  llamada  “el  Obrero”,  el  “Maestro

       Constructor” o “el Hacedor de objetos”.

            De  esta  manera  se  consiguió.  Oh,  Hermes:  desplazándose  por  el  espacio

       como un soplo, la Palabra produjo el Fuego por la fricción de su movimiento.
       Por consiguiente, el Fuego se llama «Hijo del Esfuerzo». El Obrero atravesó el

       universo como un torbellino y, con la fricción, hizo que las sustancias vibraran

       y  resplandeciesen.  El  Hijo  del  Esfuerzo  formó  de  este  modo  los  Siete

       Gobernadores,  los  Espíritus  de  los  Planetas,  cuyas  órbitas  delimitaban  el
       mundo,  y  los  Siete  Gobernadores  controlaban  el  mundo  mediante  el  poder

       misterioso  llamado  Destino,  que  les  había  concedido  el  Obrero  Ardiente.

       Cuando la Segunda Mente (el Obrero) hubo organizado el Caos, la Palabra de
       Dios  salió  enseguida  de  su  prisión  material,  dejando  a  los  elementos  sin  la

       Razón,  y  se  unió  a  la  naturaleza  del  Obrero  Ardiente.  Entonces,  la  Segunda

       Mente, junto con la Palabra que se había elevado, se estableció en medio del

       universo  e  hizo  girar  las  ruedas  de  los  Poderes  Celestiales  y  así  continuará
       desde un comienzo infinito hasta un final infinito, porque el principio y el fin

       están en el mismo lugar y estado.

            Entonces,  los  elementos  vueltos  hacia  abajo  y  desprovistos  de

       razonamiento  produjeron  criaturas  sin  Razón.  La  Sustancia  no  podía
       proporcionar  Razón,  porque  la  Razón  había  salido  de  ella.  El  aire  produjo

       objetos voladores y las aguas, objetos nadadores. La tierra concibió extraños

       animales  de  cuatro  patas  que  se  arrastran,  dragones,  demonios  complejos  y
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